Contestar a un mensaje spam de los que normalmente se reciben en los teléfonos celulares puede ser un fraude que le haga perder una buena cantidad de dinero al usuario. Cuando el usuario que, con toda la inocencia y la buena fe del mundo, contesta a un sms del tipo “Tienes un mensaje de alguien que está muy interesado en ti. Si deseas recibirlo, envía un sms al…”, no se está dando cuenta de que esa respuesta le va a suponer, en gran parte de los casos, darse de alta en un servicio de descargas.
Así, los timadores se aprovechan de la ignorancia de los consumidores en este sentido y les empiezan a facturar cada uno de los mensajes que envían y reciben y que, en la mayoría de los casos, les cuestan unos 0,35 euros/sms.
La característica esencial de este tipo de fraudes es que resulta prácticamente imposible imputar a sus instigadores, ya que, en gran parte de los casos, se trata de compañías ubicadas en el extranjero que envían mensajes de manera arbitraria a móviles de todo el planeta.
Además, a esto se suma la dificultad manifiesta de darse de baja en el servicio, que a menudo se revela como una misión “imposible” para el consumidor.