Para nadie es un misterio que la forma de hacer periodismo ha cambiado. Si antes el monopolio de las comunicaciones lo poseían los diarios, luego la radio y más tarde la televisión, ahora, qué duda cabe, cada uno de estos medios ha ido perdiendo su tajada de la torta, cediendo lugar a una nueva fuerza emergente, que se ha abierto camino de forma particularmente vertiginosa en los últimos años. Lógico: Internet. Es el mismo asunto que tiene al magnate de las comunicaciones, el oriundo de Australia Rupert Murdoch, de cabeza, con canas verdes, y amenazando a Google y a medio mundo.Y la actitud del empresario no es muy compleja de entender, después de todo. Desde el prisma del periodista enchapado a la antigua, Internet ha significado una maldición. Donde antes se necesitaba un reportero de un determinado medio para cubrir el hecho noticioso, ahora tenemos al ciudadano de pie grabando con su smartphone para luego subir un video a Youtube o una foto a Twitter. Desde el prisma del no-periodista, este cambio radical (una verdadera revolución) en la forma de capturar la noticia y distribuirla no sólo a una reducida comunidad circunscrita al ámbito local, sino al mundo entero, no puede ser sino una bendición. Y es que la tónica es simple: en la medida que exista una mayor cantidad de potenciales periodistas en las calles, habilitados para capturar el acontecimiento en el momento y enviarlo a la Web en segundos, surgen más noticias y éstas llegan muchísimo más rápido. Sencillito y hasta obvio, ¿no?
La génesis de este fenómeno, conocido como “periodismo ciudadano”, se sustenta sobre la (también rapidísima) evolución de la Web 2.0. Para ponerlo en otros términos, diremos que sin la instantaneidad que ofrecen las redes sociales y, desde luego, los necesarios cambios tecnológicos que se han ido sucediendo en términos de hardware y software (surgimiento de smartphones y velocidades de conexión cada vez más altas, principalmente), sería difícil observar un fenómeno como el antes descrito. Y tiene sentido: si no hay BlackBerry o Twitter, no tenemos cómo subir una foto desde nuestra BlackBerry a Twitter. ¿Pero hacia dónde apunta precisamente esta divagación sobre el periodismo ciudadano y la proliferación del concepto de Web 2.0? Precisamente, al examen del rol que juega, en tiempos que he denominado “de conmoción social”, la Web 2.0 y las redes sociales, deteniéndome particularmente en la herramienta de microblogging por excelencia (¿hay más?): Twitter.