Llegan a esta ciudad del desierto cansados por un viaje de 13 horas en tren, pero con mucha determinación. Frente a la estación, se encuentra la tierra prometida: un local con un gran cartel que dice “Café de Internet. Conexión fácil”. Los visitantes son gente de la región de Xinjiang, al oeste del país, cuyos 20 millones de habitantes no tienen comunicaciones con el exterior desde que el gobierno bloqueó prácticamente todo acceso a la Internet, a mensajes de texto y a llamadas internacionales luego de los disturbios de julio entre grupos étnicos. Se cree que el corte de servicios de este tipo más grande y prolongado que ha habido jamás.
Todos los fines de semana, decenas de personas bajan del tren en Liuyuan, una ciudad de vientos arenosos que fue parte de la Ruta de la Seda y que es la primera parada del tren cuando sale de Xinjiang. Se encuentra 650 kilómetros (400 millas) al este de Urumqi, la capital regional.
“Necesitamos ingresar a la Internet”, expresó Zhao Yan, una comerciante pequeña, con colita de caballo, de Urumqi, que todos los fines de semana reserva la misma cabina privada para ponerse en contacto con el mundo exterior y tratar de mantener a flote su empresa.
“Si esto sigue un par de meses más, tendré que cerrar”, se quejó Zhao. “No puedo estar en contacto con el mundo exterior. Pierdo dinero”.
Un individuo viajó 1,200 kilómetros (750 millas) para tener acceso a la Internet.
Las autoridades cortaron los servicios de Internet para tratar de impedir que se repitan disturbios como los que hubo en julio entre los han, que son mayoría en China, y la principal minoría del país, los musulmanes uigur, que según el gobierno dejaron casi 200 muertos. El gobierno dice que los incidentes fueron alentados por gente que agita desde el exterior, a través de la red y de correos electrónicos.
Muchos chinos piensan que han retrocedido 30 años en el tiempo.
Xinjiang no tiene en estos momentos correo electrónico. Ni blogs. Ni mensajes instantáneos. El Gobierno viene diciendo desde julio que restablecerá el acceso a la Internet en forma “gradual”. Lo único que hizo fue permitir un acceso restringido a cuatro portales, dos de ellos oficiales.
Ningún otro país ha cortado todas estas formas de comunicación por tanto tiempo, según la Open Net Initiative, un grupo que observa las restricciones a la Internet en todo el mundo.
Incluso antes de tomar estas medidas especiales, China ya era de por sí uno de los países donde había más restricciones al acceso a la Internet.
“El que las autoridades hayan tenido que recurrir a estas medidas refleja lo que les cuesta controlar el ciberespacio”, declaró Rafal Rohozinski, el principal investigador de Open Net.
“Uno puede ver las noticias o películas. Eso es todo. Se oye lo que quiere el Gobierno”, manifestó un joven de 23 años de Urumqui que estaba sentado a poca distancia de Zhao.
Llevaba once horas en la red. No quiso dar su nombre porque es de ascendencia uigur y no quería tener problemas. Liuyuan no tiene mucho que ofrecer, excepto por la conexión de Internet y una buena red de transportes ferroviarios.
El domingo pasado se restableció el servicio de mensajes de texto y en el primer día hubo 42.84 millones de mensajes, de acuerdo con la agencia oficial Xinhua.
El usuario puede enviar un máximo de 20 mensajes diarios y no tiene comunicaciones internacionales, las cuales siguen bloqueadas. Pueden llamar al exterior solo desde una oficina de la empresa nacional de teléfonos, en las que deben presentar identificaciones. A veces hay que hacer colas de más de una hora.
“Es como si estuviésemos de vuelta en los años 70, cuando teníamos radios y un altoparlante. Oíamos lo que quería el gobierno y nada más”, afirmó Liu Jun, un residente de Hong Kong que se crió en Xinjiang. Dado que su ciudad no puede recibir llamadas desde el exterior, ella tiene que venir a la parte continental para llamar a su familia.
Una mujer de Xinjiang que quería hablar con su esposo estadounidense viajó en autobús toda la noche hasta la vecina Kazajstán para comunicarse vía Internet. “Es como un experimento social. Quieren ver qué sucede si cortan la Internet”, dijo su marido, Kevin Komoroka, quien vive en Misurí. Señala que la tramitación del papeleo para sacarle una visa estadounidense es tan lenta que está casi suspendida.
Un miembro de la junta directiva de una asociación internacional de académicos viaja periódicamente 2.900 kilómetros (1,800 millas) desde Urumqi hasta Beijing para revisar su correo electrónico. El Gobierno de Xinjiang admite que la inversión extranjera y el turismo fueron muy afectados el año pasado, pero lo atribuye a la violencia.
Fuente: cnnexpansion