Se trata de un estudio realizado durante los últimos años por un equipo de científicos de la Universidad de San Diego y que publica el Daily Mail. Los investigadores, con Hovav Shachman a la cabeza, claman contra las prácticas utilizadas, explicando como la vida en Internet es “fundamentalmente una violación diaria de la privacidad”. Básicamente, nos encontramos ante una evidencia más de lo que ya sabíamos, las empresas utilizan diferentes métodos de rastreo con el fin de conseguir nuestros datos de visitas y ser más certeros con la publicidad que se envía.
Lo que resulta sorprendente de este estudio es que se trata de la primera evidencia pública de estas prácticas. Hasta ahora éramos conscientes de ellas y los expertos en seguridad sabían durante décadas sobre estas prácticas de espionaje. Son decenas de sitios web recolectados como listas de alojamientos a los que acudimos, utilizadas en la mayoría de los casos con un objetivo publicitario. La mayoría no corrían riesgos, aunque sí formaban parte de un listado de perfiles (los usuarios) sobre nuestros movimientos.
La investigación se basó en el análisis de la técnica que utilizan las empresas para el seguimiento en red, algo así como ‘Rastreo del historial’ (History Sniffing) y es el resultado de la interacción entre navegadores y sitios web y el registro que queda en cada visita. A través de unas pocas líneas de código de programación queda determinado el rastreo.
Tras el estudio quedó determinado que hasta 46 sitios en los que se trató de hacer un rastreo del historial de navegación a través de la técnica History Sniffing, en alguna ocasión con códigos de seguimiento propios de las compañías. Casi la mitad utilizaron Interclick, empresa de selección de beneficiarios, utilizando el código de ésta para el seguimiento.
Interclick, por si acaso, ha explicado que el seguimiento duró 8 meses hasta octubre, momento en el cual se puso fin a la técnica por el poco éxito que tuvo entre los anunciantes. Además, asegura que no se guardó el historial una vez finalizada la práctica, aunque sí se realizó sin consentimiento de los sitios.
Estas prácticas arrojaban también el papel fundamental de los navegadores para evitar el espionaje de nuestros datos. Hace una semana os comentábamos de la importancia y objeto de estudio en Estados Unidos ante tales acciones, donde la Comisión Federal del Comercio estudiaba añadir nuevas herramientas de “no rastreo” con Firefox a la cabeza de la investigación.
Chrome y Safari disfrutan actualmente de una protección automática contra esta “vigilancia”. Firefox estudia implantar próximamente un nuevo nivel para defendernos de ellas y Explorer permite un modo de navegación privado que impide el registro del historial, aunque como contrapartida perdemos la fluidez de las visitas anteriores.
En cualquier caso, el estudio revela a ciencia cierta las prácticas actuales y pone de relieve la importancia, al menos, de saber lo que ocurre cuando navegamos, a donde van a parar todos los datos. Que el propio usuario sea el que puede poner los límites actuales sobre sus registros debería ser el mínimo que le pedimos a la propia web. Los navegadores hacen bien en actualizarse y conferirnos mayor seguridad y opciones, de nuestra parte queda utilizarlos.
Si sólo guardan el historial de navegación y utilizan estas técnicas para enviarnos publicidad no hay problemas, lo único que hay que hacer es estar conscientes de que la privacidad en Internet es un mito y tomar las debidas precauciones.