El papel de internet en la política brasileña nunca fue tan visible como en las elecciones nacionales 2010, donde las campañas on-line de los candidatos pelean en desventaja contra las cadenas de rumores, y deben hacer frente a un público mucho más voluminoso de lo esperado.
Consultados por la AFP a inicios de la disputa, los responsables de los sitios web de los candidatos, la oficialista Dilma Rousseff y el socialdemócrata José Serra, señalaban que internet constituía una gran herramienta que les permitiría difundir y discutir ideas con los votantes.
Pero a días del balotaje del 31 de octubre, el ciberespacio se transformó en un sangriento campo de batalla de acusaciones y desmentidos constantes, y agresiones de desconocidos que hasta reciben respuestas de los propios candidatos.
La herramienta de campaña se salió de control para los dos postulantes.
“No son candidatos 2.0 (de interacción a través de internet), son todavía 1.0 intentando usar esos nuevos medios”, ilustró Pollyana Ferrari, profesora de periodismo digital de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP).
Las campañas no sólo debieron enfrentarse a cientos de e-mails “troll” (aquellos que buscan atizar la discusión) que recorren diariamente la red con ‘propuestas’ o videos engañosos, sino que también debieron lidiar con un público muy participativo que adora apropiarse de los temas de campaña.
“No estaban preparados” para la repercusión que tendría la disputa electoral en los medios digitales, destacó Ferrari a la AFP.
“El brasileño es apasionado por las redes sociales, adora estar en esos medios. El brasileño tiene esa cosa de exposición, habla, muestra sus fotos”, señaló la especialista sobre el afán por los sitios de confraternización.
De hecho, el 86% de los 70 millones de internautas brasileños navegan en webs como Orkut, Facebook, Twitter o participan en blogs, según el último estudio de la consultora Ibope.