La vida de la británica Mary Bale se ha complicado tristemente. Todo empezó la semana pasada cuando, pasando por una calle de Coventry, Bale cogió un gato, lo acarició y lo tiró vivo a un contenedor, donde estuvo 15 horas hasta que lo rescataron sus propietarios. La desgracia de Bale fue que una cámara registró su acción y los propietarios del gato colgaron las imágenes en YouTube. El vídeo fue visto por miles de internautas. En 4Chan+B organizaron la identificación de la mujer, cosa que se logró a las pocas horas. Y llegó una verdadera persecución de esta mujer de 45 años, empleada de un banco de la localidad. Se distribuyó su dirección, su perfil en Facebook… En esta red social se llegaron a organizar grupos pidiendo la muerte de la mujer.
Otros, menos agresivos y todavía activos, solicitan que sea despedida de su trabajo. Cuando Bale advirtió que había sido descubierta agravó la reacción de los internautas manifestando que no entendía el revuelo causado, “¿por qué tanto lío?, solo es un gato”, aseguró. Luego corrigió sus declaraciones afirmando que “no puedo explicar por qué hice esto, está totalmente fuera de lugar. Fue una fracción de segundo de error de juicio que se descontroló”.
La Sociedad Real para la Prevención de la Crueldad con los Animales (RPSC) ha abierto una investigación y la noticia ha provocado hasta la reacción del viceprimer ministro Nick Clegg. La policía investiga tanto lo sucedido como las amenazas que se multiplican en la Red contra Bale. Al margen de las amenazas, también proliferan en Internet parodias de lo sucedido. Las hay en Twitter y en YouTube, donde en un vídeo se puede ver a un enorme gato metiendo a una mujer en un contenedor.
Algunos comparan este asedio con el padecido por una joven de 11 años, Jessi Slaughter, en un caso considerado de ciberbulling.