El 97 por ciento de los usuarios de celulares envía y recibe mensajes de texto (SMS, del inglés Short Message Service ), un soporte en el que los diálogos pueden parecer ilegibles : les faltan vocales, mayúsculas y signos de interrogación y hasta algunas consonantes se cambian por otras. Según el último estudio de usuarios de telefonía celular realizado por la consultora Prince & Cooke –al que Clarín accedió en exclusiva–, el 27 por ciento de los encuestados afirma que el mensaje de texto alteró su ortografía en otros ámbitos . Es decir, tres de cada diez. El porcentaje sube al 38 por ciento en los menores de 25 años y baja al 19 por ciento en los mayores de 45; también aumenta al 28 por ciento en los niveles socioeconómicos bajos y disminuye al 17 por ciento entre los usuarios ABC1. En resumen, el trabajo –670 casos de Capital, GBA, Rosario, Córdoba, Mendoza, Mar del Plata y Bahía Blanca– muestra que el impacto de la alteración de las palabras es mayor en los más jóvenes , y se acentúa aún más si pertenecen a clases sociales con menor acceso a la educación. Hay que tener en cuenta que hoy el 56 por ciento de las comunicaciones son por SMS.
“Con la masividad de los mensajes de texto se incorporó un nuevo vocabulario de palabras reducidas que también se usan en otros ámbitos virtuales, como Facebook, Twitter o el Messenger. Las palabras se acortan, se reemplazan letras por otras (la q por la k), preposiciones por signos matemáticos (x en lugar de por). Todo forma un código difícil de entender. Por ejemplo ‘tkm’ quiere decir ‘te quiero mucho’; ‘dsp’ es ‘después’; ‘qacs?’ es ‘¿qué hacés?’; ‘xoxo’, besos, abrazos”, enumera el director del estudio, Federico Cooke.
Otro tema relacionado con la alteración de la ortografía es la falta de uso de los acentos. Cooke dice que “más allá de que la gente sepa o no qué palabra lleva acento, aquí también hay una cuestión técnica . Puede pasar que se envía una palabra correctamente con su acento y el receptor del mensaje la recibe sin acento o con una letra distinta, porque no todos los equipos están codificados de la misma manera”.
Silvia Ramírez Gelbes, lingüista, docente y autora del libro Ortografiemos (Colihue, 2008), es categórica. “ No creo que necesariamente el SMS perjudique a quienes tienen mala ortografía. Sí me parece que ayuda a que no se fijen las reglas”, opina. Y explica: “ Hoy la ortografía se evidencia mucho más . Antes las relaciones eran más orales, para coordinar un encuentro la gente se llamaba por teléfono o se veía cara a cara. Ahora se escribe más, y entonces se evidencian los errores”.
Más aún, la especialista observa las mismas dificultades ortográficas que hace 20 años. “Hay una gran duda acerca de si los problemas de ortografía que tiene un chico obedecen al uso de SMS o no: en los noventa no había mensajes de texto y en la escuela igual había faltas de ortografía”, sostiene la especialista.
Alicia María Zorrilla, miembro de la Academia Argentina de Letras, también sostiene que el SMS no es la causa de los errores de ortografía. “Echarle la culpa a los mensajes de que se escriba ‘escepción’, ‘exhuberante’, ‘hací’ o ‘transplante’, es ponerle una inmensa y cómoda máscara a las deficiencias ortográficas que cada uno tiene y que vienen de lejos”, afirma. “Los errores –añade– se deben a la claudicación actual en el respeto por las normas ortográficas.
Es más fácil escribir mal y sin complejos que estudiar para escribir mejor”.
El lenguaje de los mensajes de texto se nutre día a día de nuevas abreviaturas y combinaciones de letras y números. Ramírez Gelbes dice que en el lenguaje de los nuevos soportes de la comunicación “no hay un código estandarizado”. Y tal como muestra el trabajo de Prince & Cooke, señala que su influencia en la ortografía se da sobre todo en los adolescentes de clases sociales más bajas que tienen menos contacto sistemático con la lectura y la escritura, con el acceso a Internet, libros, revistas. “Quienes tienen más oportunidades con la lectura y la escritura fijan más la ortografía y se niegan a usar formas anti-ortográficas. Y en esto se da una tendencia: a pesar de que ‘lo entiendo, no lo escribo’, hay gente que resguarda algunos rasgos ortográficos”.