Las operadoras de telefonía saben dónde están los celulares de sus clientes, en ocasiones dentro de un radio inferior a 30 metros. La tecnología de rastreo ha rescatado a conductores perdidos, ayudado a las autoridades a encontrar personas secuestradas y permitido a los padres a controlar a sus hijos. Aun así, esta tecnología no siempre se usa de la forma que pretende la compañía telefónica. Hace aproximadamente un año, Glenn Helwig tiró a su esposa al suelo de su dormitorio en Corpus Christi, Texas, según alegó la mujer a la policía. La señora Helwig cargó sus cosas en el auto y condujo a casa de un amigo, cuenta. No esperaba que él la encontrara.
Al día siguiente, afirma, su esposo “apareció de repente”. Según informes de la policía, entró a empujones, la golpeó y se marchó con el auto.
La policía dijo en un informe que Helwig encontró a su esposa usando un servicio ofrecido por su operadora de telefonía, que le permitió seguir los movimientos de su mujer mediante el microchip del sistema de posicionamiento global (GPS) instalado en su celular.
En una entrevista, Helwig admitió haber rastreado en ocasiones el paradero de su esposa usando el servicio, que contrató el año pasado. “AT&T tenía una oferta para encontrar a un miembro de la familia a través del teléfono”, afirma. Sin embargo, dice que no usó el servicio para localizar a su mujer ese día. Helwig, ya divorciado de su esposa, se declaró inocente y está a la espera de ser juzgado por agresión. No quiso hacer más comentarios sobre el asunto.
Las acusaciones ponen de relieve el precio, en gran medida oculto, que se paga por la proliferación de la sofisticada tecnología de seguimiento: la pérdida de privacidad.
Los GPS y otras tecnologías usadas por las operadoras de telefonía han facilitado el seguimiento de las víctimas por sus agresores. Un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos divulgado el año pasado estimó que más de 25.000 adultos en EE.UU. son víctimas de acoso con GPS anualmente, incluyendo teléfonos celulares.
La industria de telefonía dice que los programas de rastreo pretenden proveer un servicio útil para las familias, y que la mayoría de las operadoras adopta medidas para evitar abusos. Mike Altschul, jefe del departamento legal del grupo de firmas de telefonía celular CTIA, afirma que entre los “mejores procedimientos” recomendados por los proveedores de estos servicios se incluye la notificación a las personas a quienes realizan el seguimiento.
La esposa de Helwig había recibido uno de estos avisos de AT&T por mensaje de texto. Un portavoz de la telefónica dijo que la compañía notifica a todos los usuarios cuando se activan las funciones de rastreo. Pero los usuarios no tienen derecho a negarse a que el titular de la cuenta los rastree.
Las operadoras de telefonía celular desactivan la función de rastreo si las fuerzas de orden público les informan de que se está usando para acosar a alguien. Altschul afirma que las autoridades no han solicitado a las operadoras que cambien sus programas, y añade que las compañías telefónicas llevan mucho tiempo ofreciendo programas para entregar celulares no rastreables a víctimas de violencia doméstica.
En un posible caso de asesinato-suicidio el año pasado cerca de Seattle, un mecánico llamado James Harrison supuestamente localizó a su esposa en una tienda usando el sistema de rastreo de su teléfono. Tras encontrarla con otro hombre, mató a sus cinco hijos y se suicidó, según la policía local.
Los terapeutas que trabajan con víctimas de violencia doméstica dicen que han visto un aumento en los casos de rastreo con teléfonos celulares. En el albergue para mujeres maltratadas Next Door Solutions for Battered Women en San José, California, la directora, Kathleen Krenek, dice que las mujeres suelen tener la misma queja: “Sabe dónde estoy a todas horas y no entiendo cómo me está siguiendo”.
En estos casos, dice Krenek, el agresor generalmente rastrea a la víctima mediante su teléfono. Este sistema sorprende a muchas víctimas de acoso, afirma la experta, ya que a menudo creen que llevar un celular las hace sentirse más seguras ya que pueden llamar al 911, el número de emergencia en EE.UU., si las atacan.
Actualmente, existen diversas tecnologías para rastrear el teléfono de una persona y, con la rápida expansión de los teléfonos inteligentes, surgen otras constantemente. Hace unos meses, investigadores de la firma de ciberseguridad iSec Partners describieron en un informe cómo cualquiera puede seguir un teléfono en un radio muy reducido. Lo único que se necesitaba era el teléfono celular de la persona objetivo del seguimiento, una computadora y cierto conocimiento de cómo funcionan las redes de telefonía celular, revelaba el informe, que pretendía exponer una falla de seguridad.
El resultado, dice el especialista de iSec Don Bailey, es que “tipos como yo, que no deberían poder ubicarlo a usted, lo pueden hacer de forma muy, muy, muy barata”.
Esta posibilidad es, en parte, consecuencia involuntaria de las regulaciones federales en EE.UU. que exigen a los fabricantes de teléfonos celulares que instalen microchips de GPS u otras tecnologías de ubicación en casi todos los teléfonos. La Comisión Federal de Comunicaciones de EE.UU. exigió a los proveedores de celulares que al menos 95% de los teléfonos en sus redes fueran localizables por satélite u otras tecnologías para fines de 2005. La intención de la agencia federal era facilitar la localización de personas en caso de emergencias. Los microchips con GPS envían señales a los satélites que permiten a la policía y servicios de rescate localizar a las personas.