Las elegantes formas de los teléfonos inteligentes, sus botones al tacto y sus luces intermitentes se suman a una especie de juego, y a un catalizador perfecto para los comportamientos compulsivos.
Si tienes un teléfono inteligente, míralo: muy probablemente su luz esté parpadeando o mostrándote un ícono que te anuncia que tienes un mensaje, un correo, una invitación de Facebook o una llamada perdida de hace mucho tiempo. Eso se siente bien. Hay que aceptarlo: es terrible cuando tomas tu teléfono después de mucho tiempo ynadie te ha buscado.
Y es tan terrible que la gente que constantemente revisa quién los buscó bromea diciendo que son adictos a sus teléfonos inteligentes. El ahora anticuado “Crackberry” en la BlackBerry de RIM fue sólo un precursor de los increíbles dispositivos de pantalla al tacto, engendrado por el iPhone de Apple en 2007, que, al parecer, todo el mundo trae consigo hoy en día. Como los investigadores comienzan a sospechar, la vieja broma de ser incapaces de dejar el teléfono por un segundo ya no es graciosa, sino real.
Nancy Petry, investigadora en el departamento de psicología del Centro de Salud de la Universidad de Connecticut, estudia tratamientos de comportamiento para tratar adicciones, y dice que los amantes de los teléfonos inteligentes no cumplen con todos los criterios de una persona adicta. “Creo que la gente muestra lo que se consideran tendencias adictivas hacia las cosas, como los teléfonos inteligentes”, dijo, pero agregó que no hay un diagnóstico psiquiátrico.
En realidad es un tema sensible en la comunidad psiquiátrica (no el de la adicción a los teléfonos inteligentes sino la adicción a su contenido): Internet. Ha habido un impulso reciente en la comunidad psiquiátrica para incluir la adicción al Internet como un desorden psiquiátrico.
La diferencia entre una adicción y otro tipo de comportamientos compulsivos, en general, es que las adicciones hacen que la gente haga cosas de forma compulsiva aunque sea perjudicial para sus vidas.
Los investigadores presentaron evidencias de que la gente es adicta al sexo, a las apuestas y al Internet, pero apostar de forma compulsiva cambiaría de categoría dentro de la quinta versión de la principal referencia literaria dedesórdenes psiquiátricos, el Manual Diagnóstico y Estadístico de Desórdenes Mentales (DSM-V). Cuando la nueva versión sea publicada en 2013, las apuestas compulsivas serán incluidas en la misma sección que el abuso de sustancias.