Aseguran que no le están haciendo daño a nadie. De hecho, dicen que van a ayudar a alguien. Explican que lo que están poniendo a la venta les pertenece, pues es parte de su cuerpo. Pero en la mayoría de los países del mundo, lo que están haciendo es ilegal. Y peligroso, no sólo para ellos. Cada año se hacen 70.000 trasplantes de riñones en el mundo y se estima que entre 3.000 y 4.000 de esos órganos provienen del comercio ilegal de órganos, según cifras avaladas por la Organización Mundial de la Salud.
Quienes los ofrecen pueden aprovechar internet para encontrar comprador, como lo hace Miguel, uno de los cuatro vendedores con los que conversó BBC Mundo.
“(En mi aviso) aparece: vendo riñón; que estoy en una ciudad de Colombia; mi edad; mi grupo sanguíneo y la forma de contactarme”, cuenta y asegura haber recibido llamadas de dos personas interesadas.
Miguel ha investigado que se puede vivir sin problemas con un riñón, aunque ha pensado en los riesgos de la operación. “El día de morirse es uno solo (…) Se pide la mitad cuando uno está haciendo las cosas y la otra mitad cuando uno entra al quirófano, (el dinero) se lo dejo a mi hija. Si me voy, me voy. Uno está acá para irse”.
Para evitar que nuestros entrevistados puedan ser identificados, utilizamos nombres ficticios.
“Decido ponerlo a la venta cuando la empresa en la que trabajaba quiebra y no nos dan nada, no nos liquidan”, le dijo a BBC Mundo Pablo, un mexicano que tiene dos hijos adolescentes.
Su plan es pagar las deudas que lo están “ahorcando” y empezar un negocio con “la ayuda económica que reciba de la donación de su riñón”.
En Colombia, a Alfonso, quien dice que lleva dos años desempleado, le preguntamos si siente que su situación es extrema.
“Sí, es la desesperación en la que me encuentro (…) Tengo un bebé que me necesita y al menos haciendo eso arriesgo mi salud, mi vida, pero aseguro a mi hijo”.
Alfonso también ha pensado en cómo invertirá los casi US$24.000 que pide por el riñón que le dará “al que en verdad lo necesite”. La lista la encabeza una casa.
Pero no todo es dinero. Pedro, quien cree que cada persona tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, le contó a BBC Mundo que vive una crisis personal que lo llevó a poner el aviso.
“Yo necesito encontrar una satisfacción de poder donar un órgano antes de que inclusive tenga ideas suicidas (…) Quiero sentir que salvé una vida y que me hicieron un bien a mí”, nos dijo en el pequeño cuarto en el que vive en México.
El hecho de saber que el comercio de órganos es considerado un delito en Colombia y en México no desanima a ninguno de los cuatro vendedores.
“Yo sigo hasta que el gobierno ponga una ley que elimine la discriminación y proteja a las personas de 40 años para que tengan un trabajo digno (…) Es una necesidad (la que tengo), no estoy robando ni matando. Es mi cuerpo”, indicó Alfonso.
Una respuesta similar nos la dio Miguel. Tras explicar que no le está haciendo daño a nadie, reflexiona: “De pronto estoy jugando con algo mío”.
Para Pablo, se trata de una ayuda mutua. “Si se me presenta una persona con un familiar que necesita un riñón, hacemos un intercambio: yo lo tengo y a lo mejor él tiene lo que yo no tengo, dinero”.
Si a la escasez de donaciones mundial se une la pobreza y la desigualdad social, “estamos ante una mezcla explosiva”, reflexionó, en conversación con BBC Mundo Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes de España (ONT).
“Son los ciudadanos de países ricos o los ciudadanos ricos de países pobres los que acaban comprando riñones a ciudadanos pobres de esos países”.
Pero hay quienes dudan que esta práctica sea muy generalizada.
“No quiero negar que exista un acercamiento comercial entre donador y receptor, pero debe ser muy difícil que se dé en México”, declaró Arturo Dib Kuri, Centro Nacional de Trasplantes, México.
Antes de un trasplante, señala Dib Kuri, donante y receptor deben pasar estudios médicos, psicológicos y socioeconómicos y hacer una declaración notariada. El comité de cada hospital autorizado a hacer trasplantes debe aprobarlo.
“Siempre he defendido el hecho de que esto no se da como parece. Es muy complicado, por lo difícil que es tener éxito con los trasplantes, por la cantidad de gente que se involucra, ¿quién pagaría por un trasplante? ¿quién se expondría a un chantaje? Hay demasiadas cosas alrededor de un trasplante para verlo tan simple (como que alguien se anuncia y otro paga)”.
No obstante, otros no están tan seguros de que se trate de un mito. Para el presidente de la Asociación Sindical de Trabajadores y Servidores Públicos de la Salud de Colombia (ANTHOC), Yesid Camacho, el tráfico de órganos es muy parecido a la trata de blancas.
“Hay personas que contactan a quien desea vender el órgano, puede ser por internet, y posteriormente ubican al paciente, en el exterior (o incluso en el mismo país), que está interesado en el órgano (…) Se hacen las pruebas de compatibilidad y si son compatibles, se hace el negocio”.
Para hacerlo, según los expertos, en muchos casos existe la complicidad del personal de los centros de salud, pero en otros, donante y receptor hallan la forma de burlar el sistema.
“Lo que no le dicen al hospital, que puede ser uno legal, es que hubo una compraventa del órgano, sino que se presenta al donante como un amigo, el conocido que quiere ayudar a la persona que está enferma y que está conectada a una máquina de diálisis”, indicó Camacho.
Pese a que, de acuerdo con Luc Noel, experto en el área de trasplantes de la Organización Mundial de la Salud, el tráfico de órganos o el llamado turismo de trasplantes ha disminuido por el fortalecimiento de las legislaciones de varios países, “desde que haya ganancias importantes, intermediarios y profesionales inescrupulosos seguirán buscando oportunidades para continuar con esas prácticas”.
Para Juan Gonzalo López, del Instituto Nacional de Salud de Colombia (INS), el mensaje para quienes han considerado vender un riñón es claro: “Que por ningún motivo lo venda (…) Eso no lo va a sacar de la pobreza. Por el contrario, le va a producir un daño, una limitante. Muy seguramente le va a resolver un problema a una persona que simplemente tuvo mayor capacidad de pago”.