El uso de la tecnología ha logrado disfrazar la prostitución de tal forma que con solo dar un click, se puede escoger a una mujer o un hombre desde su computadora. Esta nueva modalidad del oficio más antiguo del mundo, con frecuencia suele dar beneficios económicos a una tercera persona. Esto es ilegal según el Código Penal. Por eso, desde hace tres semanas, iniciamos una investigación sobre una empresa que opera en la Capital bajo el pretexto de Cibercafé. pero ofrece mucho más.
Han bombardeado la red con publicidad que empezaron a colgar desde el 2008.
Se venden como el Cibercafé más completo de República Dominicana: con cabinas privadas, aire acondicionado e Internet de alta velocidad.
Pero esta parece ser la pantalla que utilizan para ocultar lo que realmente ocurre tras bastidores.
El Informe se refiere al Facebook creado por Chat Room 26, con fotografías de hombres y mujeres en ropa interior. Diálogos subidos de tono y un lenguaje completamente divorciado a la tecnología, que suelen utilizarse en este tipo de negocios es lo que se viven en el negocio.
Frente al aviso de lo que podría ser una apretada agenda del personal, El Informe realiza una segunda llamada a fin de coordinar una cita con una de las chicas, su foto aparece en el Facebook de la empresa. De inmediato, las especificaciones del servicio requiero, para poder establecer la tarifa.
Tal y como acordado, el productor de El Informe, acude con cámara encubierta a las instalaciones de Chat Room 26, en la calle Emilio Prud Homme # 26, próximo al Parque Independencia.
Dos horas transcurrieron y la joven no daba señales de que se encontraba en el lugar.
Antes de regresar a Chat Room 26, nuestro equipo realiza una nueva llamada para evitar quedarse esperando nuevamente. El objetivo de nuestro equipo es confirmar que en el supuesto Cibercafé se ofertan hombres y mujeres tal como si fueran cualquier mercancía.
Se vale de todo tipo de artimañas verbales para convencer a nuestro productor, parece tomar en serio su papel de ser el enlace. Según el Código Penal, “Al que hace oficio de intermediario a cualquier titulo entre las personas (hombres o mujeres) que se dedican a la prostitución o al relajamiento de las costumbres, o los individuos que explotan la prostitución”, se le considera proxeneta, castigado con penas de seis meses a tres años de prisión y multas de cincuenta mil a quinientos mil pesos.
Finalmente se concreta el encuentro con nuestro productor encubierto. A su llegada, todo está coordinado para ofrecer el servicio. Entrar en confianza con el supuesto cliente parece ser el primer paso.
La principal estrategia, alimentar las expectativas. La luz baja crea un ambiente más sutil, la conversación se hace más profunda.
Muestra sus destrezas como masajista, la pequeña habitación, habilitada con una camilla y una cama, ha sido testigo de su experiencia en estas faenas.
Las informaciones sobre el negocio aparentemente son un secreto bien guardado, por lo que inicialmente se limita solo hablar de los servicios.
Las personas “Que ayudan, asistan o encubran hombre o mujeres con miras a la prostitución o al reclutamiento de personas con miras a la explotación sexual”, también son considerado proxenetas, según la ley.
El proxeneta es además, la personas que del ejercicio de esa práctica reciba beneficio de la prostitución”.
Desde la segunda planta de este edificio a una esquina del Parque Independencia, ya sabemos que las actividades van mucho más allá de lo que transcurre en un Chat Room común y corriente.
Enviamos a un segundo equipo de El Informe, para investigar las posibilidades de empleo.
El artículo 334 del Código Penal también castiga al que contrata, entrena o mantiene, aún con su consentimiento, una persona, hombre o mujer, aún mayor de edad con miras a la prostitución, la entrega de la prostitución o al desenfreno y relajación de las costumbres.
El dosier de clientes se incrementa según el flujo de invitaciones que reciban en el facebook. Hay que tomar en cuenta que algunas personas colocan datos falsos en las redes sociales.
La discreción es un requisito determinante para conseguir el empleo, según Tarzan, apodo que utiliza el joven a fin de ocultar su verdadera identidad. Y es que los precios asegura se acomodan a cualquier presupuesto.
Las facilidades no faltan a fin de hacer más tentativa la oferta.
Persuadir a las chicas para que formen parte del camuflajeado negocio cada vez se le complica más.
La falta de controles para evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual son prácticamente utópicos. Lo único que prevalece en este lugar es el afán por mantener ocultas las caras que están detrás del negocio. Incluso las edades de las jóvenes que se prostituyen.
Cuando el proxenetismo incluye menores de edad, el castigo se incrementa “la pena será de reclusión no menor de dos a diez años y multas de cien mil a un millón de pesos”.