Internet permitió instalar un centro de educación a distancia en plena Amazonía de Brasil, una región donde maestros y profesores no suelen establecerse debido a las duras condiciones de vida y a la escasez de estudiantes.
Gracias a una conexión a la red de redes, posible por una señal de radio que funciona por generador, maestros en Manaos, capital del estado brasileño de Amazonas, dan clases a estudiantes en la localidad de Tumbira, en el corazón de la selva tropical.
Si no fuera por este sistema de “educación a distancia”, los niños de las lejanas comunidades amazónicas deberían renunciar a estudiar o soportar difíciles viajes en barco a los lugares en que están ubicadas las escuelas tradicionales.
“Había escepticismo sobre si este sistema podría funcionar”, dijo la directora de la escuela en Tumbira, Izolena Garrido. “Parecía haber muchas maniobras externas para que la escuela no se instalara”, contó.
La oposición venía de las escuelas tradicionales urbanas, que sentían que el dinero gastado en educación a distancia iba en detrimento de los fondos del gobierno para la educación pública.
“Por lo tanto, establecimos un modelo para la enseñanza y el aprendizaje y la escuela se puso en marcha”, dijo Garrido. “Con o sin estudiantes, íbamos a poner en marcha esta escuela”.
El local para este centro de educación a distancia fue posible gracias a la Fundación Amazonas Sustentable (FAS), que construyó aulas, una biblioteca e incluso habitaciones donde se pueden colgar hamacas, las camas de la Amazonía, para que los estudiantes duerman si es necesario.
Garrido reclutó maestros locales e invitó a los padres a visitar la escuela. Niños de seis comunidades de la Amazonía, aparte de Tumbira, se anotaron en el programa que se lanzó hace unos 18 meses.
“La tecnología en muchos sentidos abre la puerta a la revolución”, dijo el director ejecutivo de la FAS, Virgilio Viana, durante una visita a Tumbira. “Aquí sólo podemos hacer lo que estamos haciendo con la educación debido a la tecnología, gracias a internet… Si no fuera por eso, no sería posible”.
Las clases en Tumbira se dictan en las tardes y noches, cuando funcionan el generador e internet. Los niños siguen con atención a sus maestros en monitores de pantalla plana equipados con cámaras web, que a su vez permiten a los profesores ver a los estudiantes, leer sus tareas o seguir los ejercicios en las clases.
“Es como si el maestro estuviera en el aula”, dijo Ednaldo, de 16 años, uno de los 76 estudiantes de la escuela de Tumbira. Los cursos van desde matemáticas y ciencias a primeros auxilios en salud y gimnasia.