La Oficina Nacional de Derechos de Autor (Onda), dijo a El Caribe que ha visto varios estudios que indican que la piratería dominicana de DVD mueve 1,600 millones de pesos anuales. Existen otros análisis que indican que se trata de 1,200 millones. Esos montos son generados por gente como Alcides, que habilitan un cuarto de la casa o en otro lugar, instalan una o varias computadoras, adquieren un programa especial y se lanzan a la “caza de dinero, con los llamado CD o DVD quemados”.
Entre las comunidades identificadas como principales generadoras de la piratería se encuentran Los Mina y Cristo Rey, del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo. Conversaciones sostenidas con vendedores de CD y DVD en la calle así lo indican.
La falsificación de material, creado previamente “con todas las de la ley”, ha cambiado -en definitiva- la vida de muchos negocios que se dedicaban, por ejemplo, a ofertar videos juegos y música grabada en original y con los registros correspondientes de sus creadores o dueños. Algunos de los negocios han caído a los pies de la piratería.
“Nosotros nos hemos visto obligados a inclinarnos por otro tipo de actividad. Ahora en vez de vender o alquilar video juegos hemos colocado un centro de Internet”, sostiene el propietario de BGD Video Club, ubicado en la calle Duarte 111, en Boca Chica. La hora, por persona, en ese “sitio de navegación” tiene un costo de 20 pesos.
Otra experiencia, narrada por Jennifer Martínez, de Video Ozama, indica que ese negocio que antes se especializaba en películas y juegos salió de esa actividad hace cuatro o cinco años, empujado por los estragos de una piratería que no tiene fin.
En Video Universal Movie Max, todavía se mantiene en la actividad que le dio origen, pero en definitiva, se ha producido una baja, según dijo a este diario Lincoln Henry, entrevistado vía telefónica.
Para los vendedores de música grabada en original y para los propios artistas hay un factor, que pudiera verse como adverso desde el punto de vista de la industria. Se trata de los programas que permiten hace años descargar de la Internet las producciones musicales. En algunos países se discute si eso entra dentro de la legalidad o no. Sobre la materia existe actualmente una especie de limbo jurídico.
“Por esa situación, que contribuye también a fomentar la piratería, nosotros prácticamente estamos en el suelo. Para la gente es muy fácil instalar uno de esos programas, elegir la música, quemarla y lanzarla a la calle”, sostuvo el empleado de una tienda de Santiago, bajo compromiso de que no se identificara ni su nombre ni la tienda de discos en cuestión.
“La ley que castiga el plagio está hecha, lo que hay que hacer es obligar a que se cumpla”, dijo el empleado santiagués.
República Dominicana ha sido sacada de la sección “prioritaria”, de una lista que tiene EE.UU para las naciones donde la “piratería” y la violación a los derechos de autor provocan los mayores estragos, según informó el año pasado el director de la Oficina Nacional de Derechos de Autor, Marino Ramírez Féliz.
Sin embargo, a pesar del avance en el combate al delito, erradicar el mal conllevará mucho más esfuerzo, sostuvo el funcionario. Los derechos autorales en el país están protegidos por la Ley 65-00 sobre Derecho de Autor del año 2000. Esa es la ley nacional y el reglamento para su aplicación es el 362.
El último tratado que compromete a República Dominicana a darle protección efectiva a los derechos de autor es el de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana.
El artículo 15 de ese convenio establece todos los compromisos que se han suscrito y ratificado en él para la protección de los derechos de autor.