En el día de ayer, mi querido y admirado padre, el profesor Ramón Morrison, fue sometido exitosamente a un cateterismo, procedimiento que retrata el avance de la tecnología médica que, haciendo uso de diversos dispositivos electrónicos, puede introducir un catéter dentro de las arterias coronarias y corregir diversos tipos de obstrucciones.
Ese tipo de procedimientos médicos de alta tecnología han salvado la vida a miles de seres humanos, gracias al desarrollo de la nano tecnología o tecnología de lo diminuto, al uso de microprocesadores, al avance de la computación y a la dedicación de profesionales médicos como el Dr. Víctor E Atallah, un verdadero ejemplo de entrega, solidaridad, desprendimiento y empatía, que con sólo enterarse de la situación de mi padre, se apoderó del caso, lo evaluó, lo medicó, le dio seguimiento y se entregó de forma impresionante hasta la culminación exitosa del cateterismo.
Gracias a la tecnología aplicada a la medicina, mi padre tiene como nuevo su corazón y nuestro país y la familia Morrison preservan un cerebro privilegiado como el de mi padre, a quien considero uno de los más acabados intelectuales dominicanos, autor de libros únicos sobre el tan importante tema educativo en el que es un verdadero experto por su experiencia como viceministro de educación y precursor de las más acabadas oleadas de reformas del sector educativo dominicano en el marco del plan decenal de educación.
Hoy celebro junto a ustedes y gracias a la tecnología, el restablecimiento de la salud de mi padre, un ejemplo de padre ejemplar, de un ser humano responsable, honesto, viva representación de los más elevados valores humanos y morales, que por demás es mi mejor amigo y mi más grande ejemplo e inspiración.