Un estudio demostró que ante un problema que no parece tener solución, lo mejor es dejar de pensar en el conflicto y dejar que la mente trabaje sola.
¿Qué tenía de especial Steve Jobs? No solo era innovador, millonario y tenía en sus manos varias empresas de importancia internacional, según un estudio neurológico, su cerebro resuelvía problemas de forma inconsciente.
Eric Calonius, columnista de la revista Fortune, encontró en su libro “Ten Steps Ahead: What Separates Successful Business Visionaries from the Rest of Us”, que el cerebro de Steve Jobs no trabajaba a mayor velocidad, sino que pueden realizar procesos con poca información, es decir, imaginan de manera tangible cómo será el futuro, mientras el resto de las personas suele hacerlo de forma más abstracta.
Daniel Simons y Christopher Chabris, profesores de Harvard entrevistados para el libro de Calonius, aseguraron que las personas “normales” dejan de ver oportunidades evidentes por estar pensando en otros temas. En cambio, gente como Jobs lograba concentrarse en una sola idea al distraerse del problema y dejar que el cerebro haga lo suyo a través del “pensamiento productivo”.
Las investigaciones del periodista han encontrado que este tipo de personas tienen un poder único para visualizar y dar forma, rotar y modificar las imágenes en su mente sin darse cuenta.
Para pensar como el fundador de Apple, Calonius asegura que lo único necesario es encontrar tu “flujo”, lo que se refiere a un estado de ánimo que equivale a soñar despierto, es decir “el cerebro, agotado, deja de concentrarse todos los problemas, y se sumerge en la atención en uno sólo de manera inconsciente”.
De acuerdo con el autor, imágenes de resonancia magnética muestran que la actividad cerebral disminuye durante “el flujo”. De hecho, el pensador puede no tener un sólo pensamiento consciente en su cabeza. Este estado de claridad mental es difícil de obtener, pero cuando es alcanzado, el pensador puede tener un momento “eureka”.
Lo que el autor recomienda para alcanzar estos momentos cuando se tiene un problema es dejar de concertase en el conflicto y hacer otra cosa. Aunque la persona no lo sepa, el cerebro continuará trabajando en la cuestión y de forma relajada llegará a la respuesta de manera más rápida.
El autor ejemplifica en una columna para Forbes que John Lenon pasó días desesperado queriendo escribir una buena canción hasta que decidió olvidarlo y pasar el día recostado. De repente surgió la música y la letra de “No where man”; Albert Einstein llevaba semanas luchando para formular su teoría de la relatividad y no fue hasta que se sentó a tocar el piano para distraerse que dijo “¡Lo tengo!”.
Pero lo más importante que distingue a este proceso de pensamiento es que estas ideas nacen del subconsciente o del instinto, o lo que en neurociencia se llama “inteligencia inconsciente”.
Por ejemplo, Steve Jobs hizo esto cuando se enfrentó a la situación de Apple tras su regreso a la empresa, después de 13 años de haber salido. Redujo el portafolio de proyectos de la firma de 300 a 10, decisión que encaminó los esfuerzos de los ingenieros del grupo para desarrollar el iPod.
Quizá la clave más importante que descubrió Calonius es que, debido a que sólo se trata de encontrar el ritmo de cómo se maneja cada cerebro, “todos nacemos con el potencial para ser visionarios, sólo hay que desarrollarlo”.