El FBI ya ha dejado muy claro en alguna ocasión que acabar con los delitos informáticos está en su escala más alta de prioridades, junto a otros asuntos como la lucha contra el terrorismo. La Agencia no se tiraba un farol: ha dedicado los últimos cuatro años y una inversión de 54 millones de dólares para crear una unidad capaz de espiar y monitorizar todo tipo de comunicaciones online.
La unidad en sí se llama DCAC (Centro de Asistencia de Comunicaciones Domésticas) y ha surgido fruto de un acuerdo entre el FBI, los Marshals y la Agencia Antidroga estadounidense. Entre las tres han desarrollado un hardware que posibilita las escuchas telefónicas de móviles, las de comunicaciones VoIP y la interceptación de mensajes en Internet, siempre con una orden judicial previa. Solo hará falta el beneplácito de un magistrado para poder intervenir conversaciones de Skype o analizar todos los datos de redes sociales.
Los propósitos del DCAC no son del todo claros. En un comunicado el FBI asegura que no serán “responsables de la ejecución real de las órdenes judiciales de vigilancia electrónica y que no cuenta con un papel directo o de análisis operativo en las investigaciones”, según se hace eco Cnet.
Cuando esta tecnología se ponga en marcha, ¿cómo se relacionarán con el DCAC empresas como Google o Twitter, muy combativas en ocasiones para proporcionar los datos de sus usuarios a las autoridades?
Al margen de la tecnología en enero los federales lanzaban una convocatoria para buscar socios con el fin de desarrollar una aplicación para rastrear Facebook o Twitter con el fin de identificar amenazas y anticiparse a situaciones de emergencia.