La Internet se ha convertido en el paraíso donde traficantes y proxenetas dominicanos y extranjeros contactan a cientos de jóvenes con fines de explotación sexual.Distintas organizaciones criollas sitúan el número de trabajadoras sexuales que ejercen públicamente entre los 35 y 50 mil, números que no incluyen a quienes lo hacen discrecionalmente y a quienes se promueven a través de las redes sociales, pero que no se asumen como tal.
Pero según el Movimiento de Mujeres Unidas (Modemu), las trabajadoras sexuales registradas alcanzan las 7,500.
Modemu observa, sin embargo, que la dinámica de trata y proxenetismo que se desarrolla en las redes sociales apunta a ser mucho mayor que la que se observa en establecimientos específicos o lugares públicos.
“En la red prima la autopromoción y el negocio directo entre muchachas y mujeres, incluso casadas, y hombres que ven en la red un mercado del sexo indirecto y seguro”, afirma Fátima Peña, presidenta de la entidad que agrupa a las trabajadoras sexuales.
Como ejemplo, citó el caso del sitio “Latinchat”, de factura aparentemente mexicana, y en donde en la sala República Dominicana los “nickname” más comunes son “Laflak-a-masexyyy”, “casada-solita”, “negrita-kotizee”, “damadecompañia”, “chicati_mida”,“Koketa69”.
Un simple “chat” inicia con preguntas como “¿qué busca”, “¿eres casado?”,¿vive solo?”, “¿eres español?”, o en planteamientos como “no he pagado la tarjeta”, “estudio, pero no me inscribí por falta de dinero”, y en ocasiones insinuaciones tan directas como “¿qué te gusta hacer?”.
Una vez establecido un “chat” por lo general se pasa al “Facebook” o “Messenger”, espacios que posibilitan el intercambio de informaciones privadas como correos electrónicos, fotos y teléfonos, así como la opción de comprobar la existencia real detrás del monitor mediante la “webcam”.
Este redactor, utilizando un “nick” que sugería poder económico, estableció “chats” con al menos siete muchachas, de las cuales cinco proporcionaron números celulares y se coordinaron citas.
La coronela Carmen Maritza Pérez, encargada del Departamento de Trata de la Policía, asegura que el mercado sexual en las redes sociales, como “Latinchat”o “Facebook”, forma parte de lo que definió como “trata interna”, práctica ligada directamente con el proxenetismo.
“La trata interna es mucho peor y más amplia que la trata internacional”, asegura la oficial de Policía, “pues una vez establecido el contacto por vía la cita directa es cuestión de tiempo”.
El mercado del sexo, la trata y el proxenetismo por las redes sociales no es cosa solo de jóvenes muchachas pobres, detectándose una gran incidencia de chicas de clase media y alta involucradas en el negocio.
“Son muchachas, y también muchachos que aseguran que lo hacen para no tener que depender de sus padres para darse algunos lujos, como el último teléfono inteligente (Smartphone, en inglés) o simplemente disponer de algunos miles de pesos para uso personal”, afirma “Jessenia” (nombre ficticio), estudiante de Hostelería y Turismo que se mercadea en la red y que oferta muchachas jóvenes, incluyendo casadas, a un selecto grupo de contactos a quienes describe como “viejos corruptos” que van desde ejecutivos privados y públicos hasta diplomáticos que pagan desde los dos mil pesos hasta los 350 dólares por citas.
La afirmación es confirmada por la coronela Pérez, quien observa que en muchos casos las jóvenes son víctimas de estafas, engaños y obligadas mediante el chantaje a ejercer la prostitución. “El Internet está acabando con nuestras jóvenes, se ve de todo: a mí misma me han hecho ofertas directas”, apunta.
La presidenta de Modemu, la regidora Jacquelinne Montero, afirma que el negocio de la trata es movido por manos poderosas. Sostiene que su organización busca que las trabajadoras sexuales abandonen el oficio, pero a la vez apoya, educa y orienta a quienes, por decisión, han escogido esa forma de ingresos. Al referirse a la trata como negocio, Fátima Peña, coordinadora del programa “Las 3 Anas” y quien fue “tratada” en 1982 y esclavizada en Curazao, asegura que miles de mujeres, universitarias y de buena posición económica, sirven muy caros sus encantos, pero que, sin embargo, no se asumen como trabajadoras sexuales.
Explica que la mayoría de las víctimas de tratas internas son chicas jóvenes que los tratantes localizan en zonas pobres del interior y les venden sueños.