Apple perdió una disputa legal con una pequeña cafetería de Bonn, en Alemania. La propietaria de Apfelkind puede presumir de haber doblado el brazo de la compañía, que tras dos años de pelea ha desistido en su empeño de obligar a su establecimiento a modificar su logotipo.
El origen de la disputa está en la manzana, de color rojo, fusionada con el perfil de un niño (Apfel es manzana y Kind, niño, en alemán) que sirve de imagen al establecimiento. Apple entendía que podía generar confusión con su propio logotipo cuando en 2011 la dueña de la cafetería, Christin Römer, cursó una solicitud para registrar su marca y comercializar determinados productos. Apple, siempre alerta, inició una correspondencia legal.
La tecnológica ofreció a Römer dos requisitos: que no utilizara el logotipo en productos electrónicos y que no divulgara los aspectos de la disputa. Römer, que solo tenía previsto vender artículos como tazas o bolsas, rechazó estas cláusulas y plantó cara. Ha salido airosa.
Y tanto: se plantea abrir un segundo local y vender ropa y otros productos para niños. No en vano lo que distingue a Apfelkind, y lo que explica su nombre, es que los padres pueden tomar un café mientras los niños juegan o escuchan a un contador de cuentos.
Una medida de lo insólito de esta derrota de Apple la dan los precedentes de batallas contra rivales de entidad infinitamente mayor. Tanto los Beatles como el Ayuntamiento de Nueva York hincaron la rodilla ante la compañía que fundó Steve Jobs, siempre celosa ante cualquier atisbo de una manzana en manos de otra empresa. Aunque sea una pequeña cafetería.