Actualizar tus firewalls, insistir en las contraseñas de 16 caracteres y aplicar todos los parches de seguridad en el momento en que salen. Nada de eso importa: la triste realidad es que el mayor delito informático al que se enfrenta una organización es el robo físico de un dispositivo móvil.
Las estadísticas sobre los robos de dispositivos móviles empiezan a ser alarmantes. Éstas son de Estados Unidos, pero estos hurtos son comunes en gran parte del globo. El año pasado Kensington publicó que uno de cada diez computadoras portátiles se pierden o son robados durante su ciclo de vida empresarial y otros estudios calculan que se produce el robo de una PC portátil cada 53 segundos.
Hoy en día, los ladrones están encontrando que los teléfonos inteligentes son objetivos fáciles y su robo es bastante habitual. En ciudades como San Francisco, la mitad de todos los robos producidos ya incluyen un teléfono móvil y en Nueva York el robo de móviles aumentó un 40 por ciento.
Los teléfonos son un mercado lucrativo para los ladrones. Son fáciles de revender, mantienen su valor y son ligeros y fáciles de ocultar. Además, es una acción sencilla ya que sólo tienes que dar un tirón y correr, sin necesidad de confrontación.
Para las empresas, sean del tamaño que sean, el robo de teléfonos inteligentes representa un enorme de riesgo, peor que el que afronta un usuario típico por la posible pérdida de algunos números de teléfono. Dado que las organizaciones son cada vez más móviles, cada día se mueven más datos sensibles a los teléfonos, desde las listas de contactos, contraseñas hasta aplicaciones internas o información de pagos móviles.
Pues parece ser que se está tratando de hacer algo sobre el problema, al menos en EE.UU. El Washington Post informaba de la celebración de una reunión entre los fiscales generales de Nueva York y San Francisco y fabricantes de teléfonos móviles entre los que figuran Apple, Google, Microsoft y Samsung, cuyo objetivo no es otro que encontrar una manera de desalentar a los ladrones con la creación de una especie de botón de emergencia, que permita que los teléfonos robados se puedan desactivar fácilmente desde cualquier lugar. Este sistema inutilizaría el equipo mediante un comando enviado vía inalámbrica.
Mientras tanto, somos los usuarios y empresas las que nos tenemos que proteger, y esas soluciones pasan por:
• Garantizar que todos los dispositivos están asegurados con las contraseñas más fuertes posibles (tal vez no sea mucho, pero peor es dejarlo sin contraseña o con la obvia “12345”).
• Habilitar opciones para limpiar los datos de un teléfono si se ingresan demasiadas contraseñas incorrectas.
• Instalar de aplicaciones como Find My iPhone para ayudar a la policía a localizar y recuperar los teléfonos perdidos.