Netflix es un servicio para ver películas y series en streaming. Lo que tal vez no todo el mundo sepa es que la serie House of Cards (en su versión norteamericana) es una producción de la propia Netflix, en la que se gastó 100 millones de dólares.
Semejante cantidad es sin duda una inversión arriesgada. ¿Por qué Netflix se decidió a producir su propia serie, cuando por menos dinero podría haber comprado los derechos de otras series de probado éxito? Fácil: porque sabía que la serie sería un éxito. ¿Y cómo lo sabía? Gracias al Big Data.
Netflix es una compañía que confía plenamente en los datos, como nos cuenta este artículo en el blog de Kiss Metrics. La programación de Netflix está más determinada por algoritmos y analíticas que por las estimaciones de sus directivos. Se dejan pocas decisiones pendientes de la intuición de sus directivos, de la acogida del episodio piloto o de los datos de audiencia, ya que la mayoría se toman después de escrupulosos análisis de datos.
Actualmente, Netflix tiene más de 33 millones de clientes en todo el mundo. Es por eso que Joris Evers, Director Global de Comunicaciones, explica que hay 33 millones de versiones diferentes de Netflix. Gracias al análisis de enormes cantidades de datos, Netflix, toma decisiones que contentan a sus suscriptores.
Por ejemplo, Netflix analiza cuántos espectadores han visto una serie completa, qué día y a qué hora ven un episodio, desde qué dispositivos, cuándo paran o aceleran la reproducción, y hasta qué hacen cuando llegan los títulos de crédito, para ver si el espectador quiere ver otro episodio cuando termina o cierra la aplicación.
Hay más datos: Netflix pide a sus clientes que valoren su interés en diferentes géneros o películas que han visto. El algoritmo de recomendación les sugiere después títulos adaptados a sus gustos. Y parece que acierta bastante, ya que el 75% de lo que ven los usuarios procede de las recomendaciones.
El procesamiento de toda esta información fue clave para que en 2011 Netflix tomara una de las decisiones estratégicas más importantes de su historia: compitió con canales como HBO o AMC para hacerse con los derechos para EEUU de la serie inglesa House of Cards, que emitirá en dos temporadas de 13 episodios cada una, a un coste de producción de entre 4 y 6 millones de dólares por episodio.
Antes de dar luz verde al proyecto, Netflix sabía cosas como que la temática (ficción política), el director, los actores y la versión inglesa de House of Cards tendrían buena acogida entre sus suscriptores. No sólo eso: prepararon 10 trailers diferentes para promocionar la serie, adaptados a los diferentes tipos de espectador.
¿Cuál es el resultado de toda esta planificación? En tres meses Netflix logró 3 millones de clientes nuevos (2 millones en EEUU y otro millón en el resto del mundo), con lo que ya ha amortizado el coste de la serie, cosa que hubiera hecho con “sólo” 520.000 nuevos suscriptores. Además, para el 86% de los clientes que ya tenía antes de comenzar a emitir House of Cards, la serie es un aliciente para no darse de baja.
En conclusión, aunque el análisis de datos no siempre acierta con las preferencias de los espectadores (es difícil que ningún algoritmo hubiera pronosticado el éxito de Breaking Bad), sí ayuda claramente a tomar decisiones acertadas. La mejor prueba: Netflix ya tiene siete series propias, de las cuales cinco han renovado temporada, lo que supone más del doble que la media de producciones para TV.