El Big Data y BYOD son dos tendencias que están complicando las tareas de recuperación de datos. Cada vez almacenamos más datos y en más dispositivos diferentes, por lo que en caso de que surja algún problema, cada vez somos más vulnerables y además el valor de los datos perdidos suele ser alto.
Por este motivo, cada vez hay más empresas que ofrecen sus servicios de recuperación de datos dañados. Sin embargo, no podemos confiar en el primero que aparezca por la puerta, pues se trata de “una problemática que ha evolucionado tanto en los últimos años que, lo más importante es la experiencia probable y el equipo de I+D” (Nicholas Green – Kroll Ontrack).
Las empresas con mayor experiencia y niveles de satisfacción en este ámbito cuentan con las mejores infraestructuras, como pueden ser cámaras limpias, es decir, laboratorios perfectamente adaptados, en los que incluso el aire de la zona de trabajo pasa por filtros, para evitar que partículas de polvo puedan afectar a las superficies de los dispositivos en estudio.
De hecho, son dos de las tendencias de las que más hablamos últimamente (Big Data y BYOD) las que más están complicando esta situación, ya que hasta hace unos años, para “hacer desaparecer” un servidor había que tirarlo por la ventana, y hoy en día basta con borrar el fichero VMDK que contiene el servidor virtual con toda la información.
Si nos fijamos en los datos que arrojan los expertos en recuperación de datos, tradicionalmente la pérdida de información se debía en casi un 26% a errores humanos y en un 74% a errores en las máquinas, mientras que con la proliferación de entornos virtuales, estos ratios han pasado a ser el 65% y el 35% respectivamente. Cualquier error en la configuración del entorno virtual o en la gestión de los distintos servidores, ocasionará daños en los mismos. El factor humano ha pasado a ser clave como causa de las pérdidas de datos.
Cuando hablamos de cloud computing, no debemos olvidar que detrás se encuentran también una serie demáquinas físicas, a las que normalmente no tendremos acceso, lo que suele complicar bastante más algunas tareas. En estos casos, son las cláusulas contractuales las que determinarán las posibilidades de recuperación de datos (por ejemplo, tener o no acceso físico al CPD). Por suerte es algo que está empezando a cambiar por parte de los proveedores de servicios cloud, ya que entienden que hay ciertas circunstancias en las que un cliente puede necesitar acceso a los volúmenes que contienen los datos perdidos. Aunque en el caso de servidores compartidos no suele haber suerte, ya que cualquier operación puede afectar al resto de clientes que utilicen dicho servidor.
Por decirlo en pocas palabras, la diferencia entre poder recuperar los datos o no está en la voluntad que pongan unos y otros.
El otro reto, como avanzaba más arriba, es la adopción del BYOD dentro de las empresas, provocado en parte por la proliferación de los dispositivos móviles y tablets, en los que mezclamos datos privados y profesionales.
La complicación no radica sólo en que mezclemos datos, sino más bien en el tipo de memoria que tienen estos dispositivos, de tipo flash y muy diferente a las de los discos duros tradicionales, que son una tecnología con más de 25 años en funcionamiento, y además está más que estandarizada.
Nadie pone en duda que el futuro del almacenamiento sea la memoria flash (como queda patente en los nuevos discos de estado sólido, o SSD), pero el proceso de recuperación de datos en éstos es muy complejo por la forma en que se registran los datos. Es decir, habría que desmontar los chips del disco SSD, estudiarlos, ver cómo gestiona el acceso a los mismos la controladora, ver en qué estado se encuentra todo… Además, influye el hecho de que en la actualidad haya tres grandes fabricantes de discos duros tradicionales a nivel mundial y varios centenares de fabricantes de memorias flash, por lo que no se trata de una tecnología estandarizada, de forma que cada caso es como un nuevo proyecto de I+D.
Afortunadamente, los tiempos van mejorando con lo que se aprende en cada proceso de recuperación, a medida que se van conociendo más algoritmos que usan en los chips (de los principales fabricantes).
La demanda de recuperación de datos en discos SSD es aún muy inferior a la de los discos tradicionales, aunque va creciendo.