En el Día del Libro, hemos decidido echar la vista atrás para rescatar esa parte de la historia desconocida para muchos. La patente de lo que se podría considerar el primer libro electrónico del mundo no vino de manos de ninguna cabeza pensante de los EE.UU, sino una española llamada Ángela Ruiz Robles en el año 1949.
El dispositivo construido bajo supervisión de doña Angelita en el Parque de Artillería de Ferrol constaba de dos partes, en la parte izquierda esta enciclopedia incorporaba una serie de abecedarios en diferentes idiomas que mediante una ligera presión sobre el pulsador mostraban las letras deseadas formando palabras o frases. En la parte inferior de los abecedarios esta enciclopedia disponía de una zona con estuche para guardar las asignaturas y un espacio de plástico donde escribir o dibujar. En la parte de la derecha se encontraban las diferentes asignaturas tras una lámina transparente e irrompible y con una luz para que los textos se pudieran leer en la oscuridad.
El objetivo de la Enciclopedia Mecánica era el de facilitar la vida de los alumnos de las escuelas a los que esta maestra leonesa conocía bien. La disminución del peso de sus bolsas al no tener que llevar tantos libros, hacer más atractivo el aprendizaje o el ahorro de papel, pasta o encuadernado por parte de los editores eran sólo alguna de las ventajas que ofrecía este primer libro electrónico. La Enciclopedia Mecánica nunca llegó a comercializarse por no encontrar la financiación necesaria en una España donde la innovación avanzaba a un ritmo demasiado lento.
No fueron pocos los norteamericanos interesados por esta dispositivo que quisieron comprar la patente sin éxito ya que la inventora quería que su creación se quedará en España. En la actualidad, tras pasar por diferentes museos, la Enciclopedia Mecánica se encuentra expuesta de forma permanente en elMuseo de Ciencia y Tecnología de Coruña.
Desde esta invención hasta los libros electrónicos actuales como el Kindle Paperwhite, en este más de medio siglo la tecnología ha avanzado dando grandes pasos en este sector con el claro objetivo de no perder el encanto de los libros tradicionales. El futuro de los libros electrónicos está bien fijado, dispositivos flexibles con interfaces naturales que se asemejen cada vez más a los libros tradicionales pero desde un punto de vista digital.