El miércoles comenzó el cambio de sistema operativo para unos 700 millones de aparatos Apple. Dos días después casi la mitad ya se había cambiado al iOS 7, lo que da una idea, sobre todo, de la fidelidad de los clientes de esta empresa. La renovación no es una necesidad, pero, en una semana, la mayoría ya funcionará con el nuevo sistema, aunque tiene sus pros y sus contras.
Lo mejor
El centro de control. Aparece arrastrando la persiana inferior hacia arriba. Incluir algo como la posibilidad de convertir el flash en una linterna es práctico y no necesita de muchos pasos. Lo mismo sucede con la calculadora o el control de brillo, un ajuste muy usado cuando apenas queda batería.
Fotografía. Da gusto hacerlas y guardarlas. Además de hacer fotos cuadradas, incluyen ocho filtros que funcionan en tiempo real. Es como un nuevo pasatiempo, sacar el móvil y ver cómo quedaría una imagen con cada uno de los retoques antes de tomar la imagen. La demora entre una y otra apenas se percibe; no es que dispare en ráfaga, pero sí se nota más ligero el obturador. Las fotos se guardan con un orden más lógico: por fechas y lugares. Las fotos y los vídeos están en un álbum cada una.
Actualizaciones invisibles. Un alivio. Ya no aparece el icono de la AppStore con un número marcando la cantidad de programas que se deben actualizar. Pasa sin más. Resulta cómodo y lógico. ¿Por qué no se ha hecho antes? Otro acierto es poder crear una lista de aplicaciones deseadas. Así los amigos las pueden regalar o usarla como lista de la compra.
Safari. El navegador aprovecha mejor la pantalla, carga las páginas con agilidad y se organiza mejor. El acceso para mandar por correo, tuitear o compartir en Facebook es más cómodo. La gestión de pestañas con animaciones le da un toque moderno y agradable.
Lo peor
Las notificaciones. Son más discretas y cobran importancia, pero no controlo Twitter, por ejemplo. En teoría solo quiero que me avise si alguien me cita. En la práctica no deja de sugerirme contenido y actualizaciones de contactos que no he pedido. El hecho de incluir tres pestañas dentro de notificaciones (hoy, todo y no visto) puede hacer que mensajes importantes se pierdan. Hace falta una manera de priorizar. La idea inicial es buena, pero no termina de gestionar información abundante.
Fondo y forma. El diseño ‘plano’ es una de las novedades más notables, pero tanta ausencia de relieve puede resultar confusa en algunos momentos, sobre todo en las carpetas de aplicaciones no se distingue bien el fondo de las aplis.
Estas son mis aplis. El kiosco de Apple, iTunes, notas y recordatorios son aplicaciones que incluye Apple por defecto. También el Facetime, el equivalente a Skype, pero propio. Lo mismo que sus mapas, la brújula, la consulta de la bolsa… Son prácticas y se agradecen, pero no que tengan tanto protagonismo. De hecho no se pueden desinstalar. Una opción para quitarles importancia es crear una carpeta y anidarlas juntas.
Siri. Ha mejorado la comprensión, pero sigo sin encontrarle demasiado sentido. Es probable que sea una de esas opciones que tienen más uso en inglés que en español.
AppStore. Tiene sentido que destaquen las aplicaciones mejoradas para iOS7, pero ¿no tendrían que adaptarse todas? A Android se le critica por su fragmentación, pero resulta extraño que muchas vayan a llevar doble vida: versión antigua para usuarios que no se pueden actualizar a iOS 7 y versión nueva para los privilegiados.
Dentro de unas semanas, parte de las quejas se habrán olvidado, y los fallos subsanado. Apple continuará con pequeñas actualizaciones para reparar defectos que se van descubriendo.