Los dispositivos electrónicos han alcanzado velocidades de operación impensables tan sólo hace unos pocos años atrás, y es por ello que hoy esperamos que nuestro aparato, sea un smartphone o una tablet, una computadora o un disco rígido, nos responda al momento y sin vacilaciones. En ello tienen que ver muchos y variados factores, pero uno de los más importantes es la tasa de bits al que el mismo puede intercambiar o procesar información.
El término tasa de bits, usado en informática y sistemas de telecomunicaciones, básicamente hace referencia a la cantidad de bits que se pueden transmitir en una unidad de tiempo determinada a través de un sistema de transmisión o entre dos dispositivos digitales. Dependiendo del contexto en que el término se utilice, la tasa de bits, o bitrate en inglés, se mide en Kbit/s o Mbps, kilobits por segundo o megabits por segundo, respectivamente.
Sin importar cual sea la unidad de medida para definir el bitrate, los números más altos siempre significan valores mejores y de más alta calidad, aunque no debemos olvidar que también valores bajos de tasa de bits pueden significar menos proceso de la señal por el hardware, muy conveniente en equipamientos como smartphones, tablets o netbooks.
En el caso de la tasa de bits aplicable a Internet, cuanto mayor tasa de bits es mejor, ya que el contenido que recibimos desde la red llega más rápido. Es decir que cuanto mayor sea el bitrate que obtenemos de nuestro ISP, mejor será la conexión y podremos trabajar mucho más holgadamente.
Un mayor bitrate en una conexión a Internet significa streaming de películas y video en alta definición, jugar en línea con nada de retraso y descargar archivos realmente grandes sin problemas y en pocos segundos.
En el caso de que deseemos saber con exactitud cual es el bitrate de nuestra conexión, podremos hacerlo fácil y cómodamente accediendo con nuestro navegador a un sitio que se encargue de realizar esta prueba. Uno de los mejores en el mercado es speedtest.net.
Si hablamos de audio y video, el significado del término tasa de bits difiere un poco del de que usamos para Internet. En este contexto, la tasa de bits se refiere a la cantidad de datos almacenados por cada segundo de datos que reproducen. Para tomar un ejemplo, un archivo MP3 de una canción a 320 kbps ofrece una calidad mucho más alta que el mismo archivo codificado a 128 kbps, obviamente siempre que ambos archivos hayan sido creados a partir de la misma fuente.
Pero siempre debemos recordar que si la fuente desde donde obtuvimos los archivos era de pésima calidad, entonces la copia será también de mala calidad, haya sido codificada a 128 kbps o a 320 kbps.
Esto también ocurre con los videos, una tasa mucho más alta de bits ofrecerá una calidad de visualización mucho mejor que un video con la misma resolución pero a una tasa de bits menor.
La tasa de bits cabría esperarse que aumente cada vez que la resolución crece a medida que una cantidad de datos mayor están siendo procesados. Esto significa que si bien las altas tasas de bitrates pueden ofrecer una calidad excelente de visualización, también requieren muchísimo más esfuerzo de proceso de parte del hardware, obligándolo, sobre todo en hardware modesto y más antiguo, a producir pausas y recortes.
Otro de los aspectos que también debemos tener en cuenta ya que es muy importante, es que los formatos de archivo de video utilizan diferentes conjuntos de algoritmos de compresión, que también podrían conseguir ofrecer alta calidad con una tasa de bits más discreta. Sin embargo, la carga extra de proceso para estos tipos de videos también puede llegar a complicar al procesador y a los sistemas implicados en la decodificación.
Si bien la mayoría de los usuarios no le prestan atención a este parámetro al momento de hablar de discos rígidos o SSD, lo cierto es que es uno de los factores más importantes, más importante incluso que su capacidad de almacenamiento o su velocidad de rotación.
La tasa de bits en este contexto determina la velocidad de lectura y escritura de estos dispositivos de almacenamiento, el parámetro más delicado a tener en cuenta, ya que este afecta a la performance que obtendremos del mismo. Si tenemos una tasa de transferencia baja, ralentizará todos los procesos de almacenamiento y lectura, lo que repercutirá en los tiempos utilizados para guardar archivos grandes y el rendimiento general de aplicaciones y juegos.
Los discos rígidos tradicionales generalmente ofrecen todos la misma velocidad de escritura o lectura, la única diferencia entre ellos es su capacidad y velocidad de rotación: 5.400, 7.200 ó 10.000 RPM.
En cambio, la nueva tecnología de discos SSD no basa su velocidad de lectura y escritura en las RPM a que giran sus motores o platos, ya que utilizan chips que controlan la misma. En este sentido, es muy importante conocer las tasas de bits a las que son capaces de operar estos SSD: para un dispositivo de este tipo de gama media, lo normal es que tengan velocidades de lectura de 500 Mbps y 200 Mbps para la escritura.
En el caso de los SSD de gama alta, estos son capaces de alcanzar velocidades de 500 Mbps tanto de escritura como de lectura.
En este punto, la tasa de bits a la que puede operar un disco debe ser lo más alta posible, ya que es un valor fundamental para obtener un rendimiento apropiado. Aún teniendo en nuestro poder una buena computadora, con un procesador potente, memoria rápida y una buena placa de video, todavía podremos vernos en problemas si obtenemos una respuesta pobre de nuestras unidades de almacenamiento.