Los grandes cambios suelen empezar con cosas pequeñas, pero en 2014 hubo en el mundo de la tecnología innovaciones que pusieron en marcha una interesante competencia entre empresas líderes y otras que buscan conquistar nuevos espacios.
La “disruption” (traducido ya en el mundo de la publicidad en español como “disrupción”) es una palabra muy importante en Silicon Valley. Define el momento en que un nuevo modelo de negocio revoluciona un mercado establecido. Y ser revolucionario en ese sentido es más importante que crecer rápido, pues significa que una empresa transforma el mundo, al menos un poco.
El año que se acaba tuvo varios ejemplos de innovaciones que podrían revolucionar el futuro:
? Apple hizo dos apuestas fuertes. En octubre lanzó su servicio de pago por celular Apple Pay, en principio sólo en Estados Unidos. En vez de pagar al contado o con tarjeta, el cliente lo hace con el iPhone y la compra es confirmada con la huella dactilar. Si el sistema se impone, cambiará muchas cosas.
“Para el cliente los bancos serán intercambiables, porque todos estarán en la billetera digital de Apple”, señala el experto en formas de pago Oliver Hommel, de la empresa asesora Accenture.
Además, aumenta el papel de las firmas que presentan tecnología para nuevas formas de pago. Los comerciantes podrían perder información sobre los hábitos de compra de sus clientes, porque el sistema de Apple no permite el uso de las tarjetas de fidelidad, al menos por ahora. En Estados Unidos hay por ello grandes empresas como los supermercados Wal-Mart y cadenas de farmacias que están trabajando en un sistema de pago propio.
? La segunda novedad de Apple vino en el modelo de su nuevo iPad: una tarjeta SIM “blanca”, que no viene con ningún operador asignado, sino en la que el usuario puede elegir –y cambiar– la empresa de telefonía con la que opera. Las tarjetas de este tipo existían hace tiempo, Apple las quería en sus iPhones, pero las compañías de telecomunicaciones se opusieron frontalmente, según fuentes del sector.
Los proveedores de red apuestan por el pequeño chip para poder controlar mejor la relación con el cliente. Las tarjetas SIM blancas están presentes, por ejemplo, ya en los vehículos con conexión a Internet, donde ayudan a evitar los altos costos por roaming. La pregunta es si el confort que proporcionan no llevará a los consumidores a quererlas también en sus smartphones.
? Otra revolución, en este caso en el mercado de los teléfonos, la está llevando adelante la firma china Xiaomi, que con sólo cuatro años de vida amenaza el reinado de la líder mundial Samsung. Xiaomi conquista China e India con una receta sencilla: teléfonos con muchas prestaciones tecnológicas mucho más baratos que los de la competencia.
Con este modelo, Xiaomi se convirtió el pasado trimestre en la número tres en ventas con 17.3 millones de aparatos. Sólo gracias a la compra de Motorola, su rival china Lenovo consiguió recuperar el tercer puesto. Empresas como Xiaomi hacen además que los precios de los modelos más sencillos se mantengan bajo presión, sobre todo en Asia. Y Xiaomi ya ha anunciado que se meterá en el negocio de la televisión y de las pulseras de fitness.
? El ejemplo de Uber, la empresa que pone en contacto a personas privadas para hacer viajes en automóvil, pone sobre la mesa claramente lo dura que puede ser la lucha entre los líderes y los nuevos por un mercado lucrativo. La empresa emergente de San Francisco funciona a través de una aplicación para celulares ya en más de 40 ciudades.
El sector de los taxis se puso en pie de guerra y consiguió varias victorias judiciales, pero los inversores no han retirado el dinero de Uber. De hecho, según los medios, la firma podría recibir otros $1,000 millones más, hasta un total de $40,000 millones. Los inversores creen que otros sectores se sumarán en el futuro a la plataforma de prestación de servicios de Uber.
Google ya mostró con su sistema operativo Android que se puede revolucionar el sector de la telefonía móvil. Y hace unos meses dio a entender que podría hacer lo mismo con el mundo del automóvil, al presentar un prototipo de un coche que se conduce solo, sin volante ni pedales, gracias a una computadora que lo guía.
Además, el automóvil renuncia a mucha de la tecnología presente habitualmente en los coches porque la idea es que circule solamente por las ciudades a velocidad moderada. Para las automotrices es un desafío en toda regla, porque Google no aspira a crear un vehículo aislado, sino un nuevo modelo de transporte en las metrópolis. Un modelo para el que el vehículo de Google está mejor preparado que los del mundo automotor clásico. Y, ojo: con $260 millones, Google es uno de los principales inversores de Uber.