El desarrollador finlandés de videojuegos, creador de Angry Birds, presentó una alarmante radiografía de su negocio en su último informe financiero, reportando ganancias de 37 millones de dólares -52% menos en comparación con el año anterior- sobre ingresos de 216 millones de dólares.
Para Rovio, Angry Birds ha sido la marca que sigue rindiendo. La franquicia ha sido descargada más de 2,000 millones de veces en todo el mundo y se expandió a un abanico de juegos, caricaturas, juguetes y otros artículos temáticos. En China incluso llegaron a comercializarse pastelillos de Angry Birds.
El desplome de las ganancias de Rovio se produce en un momento crucial para la industria. Cuando Angry Birds fue lanzado en 2009, los juegos casuales en dispositivos móviles eran un mercado incipiente. Ahora la arena está poblada por nuevos competidores, como la productora también finlandesa Super Cell (desarrolladora de los populares juegos Clash of Clans) y King Entertainment (artífice de Candy Crush), que salió a Bolsa en marzo.
El problema de Rovio es simple: “Ellos nunca han tenido ningún éxito aparte de Angry Birds,” explica Michael Pachter, analista de Wedbush Securities. Y aunque Zynga acaso no sea ya la próspera empresa que fue en 2011, tampoco depende de una sola franquicia. “Podemos nombrar cinco o seis juegos de Zynga a los que les ha ido bien, como FarmVille, CityVille y Draw Something”, añade Pachter.
El caso de Rovio es distinto, ellos no contaban con ninguna marca propia antes de Angry Birds y tampoco han tenido una desde entonces. Y peor aún, el título no es la gran gallina de oro que podría ser: puede ser divertido para muchos, pero desde un punto de vista comercial, no hay incentivo real para que los jugadores paguen por adquirir artículos virtuales.
“En Angry Birds, no te quedas sin vidas”, explica Pachter, quien sostiene que el corazón del videojuego no tiene los mecanismos de los juegos arcade que son los que realmente incitan a los usuarios a pagar. “Ahí es donde creo que Supercell y King han sido muy exitosos. Ellos idearon juegos donde la gente se siente bien gastando dinero”.
Por tanto, si Angry Birds es una rémora a la hora de hacer dinero, lo único que le queda a Rovio es desarrollar experiencias de juego atractivas y totalmente nuevas, y como cualquier desarrollador de juegos puede constatar, esa misión es fácil en teoría pero difícil en la práctica. La compañía parece consciente del reto que enfrenta: “Después de tres años de fuerte crecimiento, el 2013 fue un año de volver a construir las bases”, declaró el director financiero Herkkop Soininen en un comunicado de la firma emitido el pasado lunes.
Rovio creció de una empresa de 500 empleados en 2012 a 800 en 2013. En diciembre pasado, lanzó el título Angry Birds Go! un juego diseñado desde el principio con un modelo “freemium” (la versión básica es gratuita pero las opciones más avanzadas son de pago), con una moneda y objetos virtuales que se venden dentro del juego. Es probable que Rovio necesite más que otro juego de Angry Birds –aunque éste tenga un modelo de negocio distinto- para demostrar que es más que flor de un día o artífice de un solo éxito.