Una de las primeras cosas que hizo John Chen después de convertirse en el presidente ejecutivo de BlackBerry, el año pasado, fue confiscar el Samsung Galaxy de su esposa.
“Hubo un par de fiestas a las que fuimos y, cuando mi esposa sacó el Samsung, todo el mundo como que me vio un poco raro”, dice. “Así que finalmente le dije que tenía que usar un BlackBerry. ‘No, me gusta mi Samsung’, me contestó, y le dije que me estaba poniendo en ridículo”.
Inicialmente, su esposa encontró a su nuevo teléfono difícil de dominar, una experiencia que Chen dice es compartida por muchos que usan una BlackBerry por primera vez. “Es más difícil al principio, pero una vez que lo dominas, realmente es muy poderosa. Hace que otros dispositivos se vean un poco como de juguete”.
Compara la experiencia con conducir el Lamborghini de un amigo. “Hay una secuencia especial, pero una vez que sabes dónde están las cosas, es una maravilla. Sin embargo, debido a eso, nunca me compraría un Lamborghini. Nosotros también necesitamos asegurarnos de que la curva de aprendizaje no sea demasiado empinada”.
Es tan solo uno de muchos retos que enfrenta Chen, de 59 años, quien salió de un semirretiro hace un año para intentar componer las cosas en BlackBerry. Cuando nos reunimos a tomar un té en el Mandarin Oriental Hotel en Nueva York, parece sorprendentemente relajado.
Su tranquila confianza no carece totalmente de fundamentos. La empresa, que enfrentaba una crisis existencial cuando tomó el cargo en noviembre de 2013, ahora tiene una base más segura después de reducir los costos y la velocidad con la que el grupo estaba gastando el dinero. Las acciones del grupo han aumentado casi la mitad en los últimos 12 meses.
Sin embargo, BlackBerry todavía es una sombra de lo que fue. En su punto máximo en 2008, representaba la venta de uno de cada cinco smartphones y tenía un valor de mercado de 55 mil millones de dólares, 10 veces más grande de lo que es ahora. Actualmente su participación en el mercado mundial es de menos del 1%.
Tiene claro qué es lo que salió mal. BlackBerry abandonó a sus clientes empresariales y “alejó para intentar llegar al de consumo”.
Pero él mismo admite que salvar a la compañía fue la parte sencilla, incluso si tuvo que tomar decisiones poco populares como recortar 4 mil 500 empleos. “Era hacerlo o morir. Creo que aunque a veces las decisiones fueron un poco profundas, necesitaba hacerlas, y rápidamente”, dice. Regresar la compañía al camino del crecimiento será mucho más difícil. “La parte más difícil todavía está por venir”.
El recorte de puestos de trabajo dañó la autoestima de la compañía. “No puedo decir que la moral está en la mejor forma. No lo creo. Pero ciertamente no está tan mal como la mayor parte de la gente cree”, dice, añadiendo que muchos en Waterloo, la ciudad canadiense en donde está la sede de BlackBerry, apoyaron sus esfuerzos.
Chen tiene experiencia en lo que se refiere a darle la vuelta a las cosas. En 1997 tomó el control de Sybase, el grupo de software empresarial, cuando sus acciones cotizaban a niveles mínimos históricos y la mayor parte de la industria pensaba que no sobreviviría. Reconstruyó al grupo con un fuerte enfoque en móviles y tabletas, y lo vendió a SAP en 2010 por 5 mil 800 mdd, más de seis veces el valor que tenía al empezar su gestión.
Pero revivir a BlackBerry será más difícil, y Chen admite que “tenía dudas” para decidir aceptar el trabajo o no. “No fue una decisión fácil. Era muy conocido que la empresa estaba quebrada, y yo sabía que iba a ocupar mucho de mi tiempo. No es que me preocupe trabajar en sí: Solamente quería estar seguro de que conocía lo suficiente”.
Los casi 85 mdd que le otorgaron en acciones restringidas cuando se unió —una enorme suma para una empresa del tamaño de BlackBerry— debe haber ayudado a cerrar el trato, pero esquiva la pregunta sobre si fue demasiado generoso.
Dice que se requiere cierto temperamento para asumir el máximo puesto en una empresa en crisis. “Cuando haces cambios de rumbo, debes de tener un punto de vista sobre la vida muy compartimentado. Haces todo lo posible para lograr una diferencia, pero no puedes permitir que esto te arrastre a ti”.
En un intento para volver a ganarse a las empresas que abandonaron a BlackBerry, Chen espera basarse en las fortalezas del dispositivo —un buen teclado y una gran seguridad— con algunas innovaciones. En septiembre, compró Movirtu, un grupo británico que crea el software que permite el uso de diferentes números en la misa tarjeta SIM, y compró una empresa que encripta las llamadas de voz.
“A la gente todavía le encanta el teclado, y la seguridad es muy importante. He almorzado con grandes gestores de fondos y todos regresaron a BlackBerry porque no quieren una brecha de seguridad o una filtración de datos. Ahora necesitamos hacer que nuestros dispositivos sean un poco más agradables para esas personas”.
El diseño cuadrado del recién lanzado BlackBerry Passport es parte de su empuje para reanimar la dormida adicción de CrackBerry que alguna vez se apoderó de la comunidad empresarial: el tamaño de la pantalla inusualmente grande está dirigido a los usuarios de hojas de cálculo.
Chen es optimista sobre el futuro de BlackBerry. “No tengo una bola de cristal, pero no tiene sentido venir y decir que no vamos a dominar de nuevo. Uno tiene que ser realista, pero no es imposible”.