Durante el siglo XX, en pleno desarrollo de los vehículos a motor y la aeronáutica, una de las predicciones recurrentes de la ciencia ficción y los futuristas era imaginarse la utilización de coches voladores y automáticos como un estándar en los desplazamientos de las personas. Sin embargo, en 2014, los automóviles voladores, aunque existen, se enfrentan a multitud de problemas que no los hacen viables ni prácticos. En cambio, lo que sí dejará de ser una fantasía para convertirse pronto en una realidad comercial al alcance de cualquier usuario son los coches sin conductor o vehículos autónomos.
Entendemos por vehículos autónomos los coches que se conducen solos o de forma semiautomática, sin la intervención de una persona a la hora de desplazarse entre dos puntos. Según algunas estimaciones, como la de la empresa Nissan, en el año 2020 estos automóviles ya estarán disponibles en el mercado doméstico. Y para 2040, según el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE), el 75% de los coches serán autónomos, en especial todos los dedicados a transportes de mercancías por carretera.
Google, pionero en la fabricación de vehículos autonómos
Fabricantes como Nissan, General Motors, Volkswagen, Audi, BMW, Volvo, Mercedes o Toyota están experimentando con diferentes tecnologías para tener listas sus propuestas de vehículos sin conductor. En la pasada edición de la feria de productos de electrónica de consumo CES de Las Vegas, BMW ya mostró un nuevo prototipo de coche autónomo que utiliza tecnología y equipamiento más compacto respecto a versiones anteriores. Hasta ahora, la maquinaria de este tipo de vehículos modificados ocupaba, con diferentes dispositivos y sensores, el maletero y la parte superior del coche. La propuesta de BMW reduce el espacio ocupado y el peso.
A pesar de ideas como esta, la carrera por ofrecer un automóvil de estas características viene impulsada por una empresa ajena al sector como es Google, la primera compañía en presentar un proyecto viable comercialmente a medio plazo.
Las ventajas de los vehículos sin conductor son, desde el punto de vista de los usuarios domésticos, la mejora de la seguridad en la carretera -donde la mayoría de los accidentes se producen por errores del conductor- y la reducción del consumo energético, ya que los automóviles autónomos no realizan una conducción agresiva, como sí lo hacen muchos conductores.
Sin embargo, este tipo de vehículos también abre la puerta al desarrollo de nuevos servicios profesionales, como taxis o camiones sin conductor, que permitan llevar a los usuarios o las mercancías entre diferentes puntos de forma más eficiente y segura. En este sentido durante el verano pasado, Google, a través de su empresa de capital de riesgo, invirtió 258 millones de dólares en Uber, un servicio de taxis privados que opera en varias ciudades del mundo. La apuesta del buscador iría en que parte de estos taxis fueran autónomos.