Elon Musk sabe que el éxito del nuevo Model 3 de su compañía, el fabricante de coches eléctricos Tesla, depende de todo lo que pueda avanzar en el diseño de las baterías de iones de litio que alimentarán el coche eléctrico. Se calcula que algo menos de la mitad del coste de producción de un Tesla se atribuye a este componente. Pero no es solo una cuestión de mejorar el margen de beneficio. El gran reto está en desarrollar paquetes de baterías más pequeñas y que almacenen más energía manteniendo su fiabilidad. Si innova demasiado rápido, corre el riesgo de meter la pata, como le ha ocurrido a Samsung con el teléfono Galaxy Note 7, que a veces explota.
La misma lógica se aplica a las computadoras portátiles y todos teléfonos móviles. El consumidor busca dispositivos cada vez más pequeños, más ligeros y que puedan usar durante más tiempo en cada carga. También quieren pantallas más luminosas y mayor capacidad de procesamiento para soportar múltiples tareas. Para eso las celdas de las baterías tienen que comprimirse al tiempo que se eleva la capacidad para retener más energía, por un tiempo más prolongado.
Pero al reducirse el tamaño de los componentes, se eleva también el riesgo de que las baterías fallen, se partan o sufran cortocircuitos. La decisión extrema de Samsung de abandona la producción del Galaxy Note 7 es el ejemplo más evidente de lo que sucede cuando se lleva la densidad de las baterías al extremo y se rompe ese equilibrio. No es la primera vez que los fabricantes se ven obligados a dar un paso atrás y adoptar más precauciones en el desarrollo de las baterías.
Portátiles explosivos
Las baterías de iones de litio son omnipresentes en las computadoras portátiles. Sus fabricantes llevan una década tratando de afinar la reacción química que tiene lugar en el interior de los portátiles cuando se ponen en marcha. Buscan, incluso, una alternativa más segura para contener los riesgos. El detonante tiene su origen en una batería fabricadas por Sony que forzó a Apple, Dell, Toshiba y Lenovo a retirar del mercado en el verano de 2006 varios millones de dispositivos, por el temor de que las computadoras acabaran explotando mientras las manos de los usuarios estaban sobre el teclado.
El Volt se prende fuego
El incidente de las baterías que se incendian puede dañar la reputación de una empresa tan asentada como Samsung, en un momento clave en la competencia con Apple y Google. Algo similar le pasó a General Motors cuando trataba de introducir su coche eléctrico Chevy Volt. La mayor capacidad de carga de las baterías de iones de litio eleva el riesgo de incendios en casos de accidente, pese a la multitud de precauciones que se adoptan.
Los primeros problemas emergieron en mayo de 2011, nada más salir al mercado. El fabricante de Detroit se vio obligado a suspender la producción unos meses después mientras rediseñaba el componente para garantizar la seguridad de los conductores. El incidente marcó a toda la industria.
Dreamliner se queda en tierra
El caso potencialmente más grave registrado hasta la fecha con las baterías de iones de litio lo protagonizó Boeing a comienzos de 2013, que obligó a las agencias de la aviación civil en todo el mundo a dejar en tierra el flamante B787 Dreamliner. Un cortocircuito en el sistema eléctrico del nuevo modelo provocó un incendio en la bodega de un avión operado por Japan Airlines, al que siguió un incidente que llevó al aterrizaje de emergencia de otro avión de All Nippon Airways.
La batería es un componente clave en la configuración de la aeronave, porque le permite depender menos de los sistemas hidráulicos y neumáticos. Boeing tuvo que ofrecer un nuevo diseño del sistema, más seguro, para poder retomar el servicio tres meses después.
Monopatines que echan humo
El Hoverboard prometía con convertirse en el reglado estrella de la pasada Navidad. Pero la baja calidad de las baterías que equipaban algunos modelos del monopatín eléctrico provocó que explotaran de manera repentina y prendieran fuego.
Las grandes cadenas comerciales en Estados Unidos los retiraron de sus estanterías y almacenes, mientras que Amazon y otras tiendas electrónicas suspendían las ventas como medida de precaución. El temor a que ardieran de repente llevó a las aerolíneas a prohibir que se embarcaran en sus aviones por seguridad.
Restricciones
La capacidad cada vez mayor que tienen las baterías de iones de litio de acumular energía está provocando, de hecho, que las aerolíneas estén prestando especial atención a estos componentes e imponiendo cada vez más restricciones para el uso de los dispositivos electrónicos en los vuelos. Como resultado, la agencia de la aviación civil de las Naciones Unidas prohíbe desde el 1 de abril el transporte como carga de estas baterías en las bodegas de los aviones de pasajeros, por su inestabilidad. La FAA -agencia estadounidense- también emitió una advertencia alertando de los daños que incendio puede provocar en la cabina.
Nokia y Apple, también
En 2007, Nokia debió iniciar el recambio de 46 millones de baterías, lo que implicó un impacto financiero de más de 500 millones de euros, según recuerdaThe Guardian.
Y se conocen al menos dos casos de iPhone 6 que explotaron este año (más otros de años anteriores): uno en agosto en Australia, y otro la semana pasada en Estados Unidos, que se suman a otros reportes a lo largo de los años. Otros equipos de otros fabricantes (como HTC o Sony) también sufrieron el mismo desperfecto; la diferencia con el Note 7 es la incidencia de estos incendios sobre el total de equipos vendidos.