La semana pasada Samsung detuvo las ventas del Galaxy Note 7, llamó a devolver las unidades ya distribuidas y retrasó la llegada de su smartphone estrella a nuevos mercados por un problema con la combustión espontánea registrada en una treintena de terminales.
Este incoveniente supondrá un gran desembolso por parte de la compañía al no sólo ha supuesto una crisis de imagen para la compañía, sino que llega en el peor momento posible, justo cuando su principal rival (Apple) anunciará al mercado la renovación de sus iPhone.
En concreto, esta retirada del producto del mercado hará que la compañía surcoreana tenga que gastar más de 1,000 millones de dólares debido a tener que hacer frente al reemplazo de unos 2,5 millones de unidades de su teléfono, según estimaciones de analistas de Credit Suisse, Daishin Securities y Pelham Smithers Associates a Bloomberg.
Aunque la agencia preguntó a Samsung sobre la cantidad concreta de terminales que tendrán que ser reemplazados, un portavoz del gigante tecnológico se limitó a decir que se trata de una “cantidad desgarradora”.
Es previsible que esta cantidad, que representa alrededor de un 5% de los ingresos netos previstos de Samsung, no sea asumida íntegramente por la división de la compañía encargada de las ventas del teléfono, sino que también podría afectar a quién suministra las baterías a la compañía. Samsung no ha determinado si las baterías defectuosas en una treintena de terminales corresponden a productos salidos de su filial Samsung SDI o si bien se trata de modelos de la china Amperex Technology, que proporciona un 30% de los productos, según explica el Korea Economic Daily.
Reacción rápida
Más allá de la cantidad económica que Samsung se verá obligada a invertir en solucionar el fallo del Note 7, “el daño potencial a la reputación es mucho mayor que las pérdidas financieras a corto plazo”, explica Chang Mar Jin, profesor especializado de la Universidad Nacional de Singapur.
Lo cierto es que la compañía ha reaccionado rápido tomando medidas en los diez países en los que ya se comercializaba el teléfono así como en el resto de países en donde tenía que haber llegado la pasada semana. De este modo, Samsung ha atajado una crisis que se podía haber convertido en algo mucho mayor por el momento en el que se ha producido en su distribución.
Así lo cree Bryan Ma, analista de IDC en Singapur, quien apunta a que esta crisis “les va a golpear este trimestre, obviamente, pero si es algo que resuelven de forma inmediata van a lograr darle la vuelta de forma inmediata y no habrá un impacto a largo plazo”. Eso sí, Ma explica que “la ventaja de tiempo que tenían frente al iPhone se ha evaporado”