Resistirse a actualizar a Windows 10 no ha resultado fácil para los usuarios, que han podido comprobar cómo puede llegar a ser de insistente Microsoft con sus alertas. Pese a ello, el ratio de adopción, la principal medida que calibra el éxito o fracaso de un lanzamiento en una plataforma, sigue siendo desesperadamente bajo. Para los que ya tengan la nueva versión de Windows en su escritorio y note que no va todo lo bien que hubiera esperado, le convendrá saber que algunas sencillas formas de mejorar su rendimiento sin sacrificar en exceso la experiencia de uso.
1. Eliminar los programas de arranque que no se necesiten
Se trata de un mal endémico que arrastran todas las versiones de Windows: los tiempos de arranque del ordenador pueden ser desesperantemente largos, y por este motivo puede ser más interesante emplear la suspensión para el día a día y el apagado una o dos veces a la semana para asegurarnos que el sistema se optimiza y se instalan las actualizaciones. Sin embargo, se puede acortar el tiempo de carga del ordenador desactivando aquellas aplicaciones en el arranque que no se necesiten. La mejor manera de saber qué aplicaciones activa el sistema al arrancar es teclear simultáneamente Ctrl-Mayúsculas-Esc, ir a Inicio y ahí llevarse el primer susto: ¿todo eso se iniciaba sin nuestro conocimiento? A partir de ahí se puede ir seleccionando las aplicaciones que no utilicemos y pulsando sobre ellas con el botón derecho del ratón, las desactivamos del arranque.
2. Borrar las ‘aplicaciones basura’
La aplicaciones conocidas como crapware o bloatware se han convertido en un serio problema para el rendimiento de los equipos. Son las que llegan preinstaladas en el ordenador y el usuario ni siquiera es consciente de su uso hasta que comienza a ser bombardeado por avisos de actualización necesaria o de que el periodo de prueba gratuito de esa aplicación que nunca instalamos ni nos interesa ha caducado. El problema de este tipo de aplicaciones es que consumen recursos y que no suele ser fácil desinstalarlas, básicamente porque uno no sabe que tiene esa aplicación instalada. Lo mejor es echar un ojo a qué aplicaciones están instaladas siguiendo las instrucciones de Microsoft, y ahí desinstalar todas aquellas de las que no tengamos conocimiento.
3. A la caza de virus y ‘malware’
Windows 10 no se ha librado tampoco de los virus pero Microsoft ofrece una solución muy efectiva que integra antivirus y detección de malware en una sola aplicación: Windows Defender. Esta solución analiza en tiempo real todo lo que sucede en el ordenador y se actualiza constantemente para incorporar la detección de nuevas amenazas. Sin hacer excesivo ruido, esta solución de la casa ofrece una alternativa a los antivirus con una doble ventaja: no es necesario instalar aplicaciones adicionales ni pagar por ellas, y al ser una aplicación desarrollada por Microsoft, está muy bien integrada en el sistema y su consumo de recursos es mínimo. Windows Defender está presente en el sistema y simplemente hay que activarlo (Ajustes/Actualización y seguridad/Windows Defender).
4. Hacer un mantenimiento del sistema
Tal y como recuerda PC World, Windows cuenta con una soberbia herramienta bautizada como Mantenimiento que hace un chequeo completo del sistema y detecta posibles errores en el funcionamiento. Este mantenimiento se hace de forma automática por parte del sistema cada cierto tiempo, pero se puede forzar a voluntad por el usuario. Su gran ventaja es que concluido el exhaustivo análisis, ofrece al usuario una lectura comprensible del funcionamiento de los recursos del sistema y dónde es necesario intervenir. Esta función se encuentra en Panel de control/Sistema y seguridad/Centro de actividades.
5. Mantener el equipo actualizado
Suele resultar un tostón descubrir que hay nuevos parches o actualizaciones del sistema disponibles y que es necesario reiniciar el ordenador, pero lo cierto es que lo mejor que se puede hacer para garantizar un óptimo rendimiento del mismo. Aunque en Windows 10 las actualizaciones vienen configuradas de forma automática, conviene asegurarse que el ordenador se reinicia cada cierto tiempo para que se apliquen estas actualizaciones. El equipo de desarrollo trabaja interrumpidamente para afinar el funcionamiento del sistema y sobre todo, para mejorar su seguridad.