¿Será posible crear una comunicación fluida entre los cerebros humanos y las computadoras? ¿Cómo podemos unir maquinaria y nuestras mentes?
Inventores y científicos están fascinados por la interacción cerebro-máquina.
No solo esperan que podamos controlar la tecnología con nuestros pensamientos: están trabajando para que los humanos podamos transmitir información directamente a los cerebros de los demás.
Así que pongámonos un gorro de hechicero y exploremos el mundo de mañana.
La llamada
“Estaba en mi apartamento en Nueva York”, le cuenta a la BBC Tim Urban, autor de un popular blog llamado “Wait but Why” en el que escribe sobre temas científicos de una manera divertida e ilustrativa.
“El teléfono sonó, lo contesté y una mujer me preguntó si tenía tiempo para hablar. Dije que sí y me conectó…”
“¡¿Elon Musk?!”.
Quién es Elon Reeve Musk
Fecha de nacimiento: junio 28, 1971 (46 años).
Lugar de nacimiento: Pretoria, Sudáfrica.
Conocido por: cofundador de Paypal, hizo su fortuna a los 20 años; SpaceX, Tesla Inc., Hyperloop, SolarCity, OpenAI, The Boring Company, Neuralink, Zip2.
Patrimonio neto: US$20.800 millones (9 octubre 2017)
Pasiones: cohetes y autos.
Planes: pasar su jubilación en Marte
La razón de la llamada de Musk era que había escogido a Urban para que fuera el divulgador de sus ideas. Pasó horas en el teléfono hablando con el titán de Silicon Valley, tratando de entender la más extravagante de sus ideas.
“¡La del gorro del hechicero!”, exclama Urban, y aclara: “Esas no fueron sus palabras exactas”; son las del bloguero, quien hace exactamente eso: “traducir” la ciencia para hacerla más digerible.
“Esta idea eclipsa a SpaceX y Tesla, por la audacia de su iniciativa de ingeniería y la grandeza de su misión”.
“Se trata de un gorro de hechicero para tu cabeza, con una distinción: parece que estuviera sobre tu cabeza pero está dentro de tu cabeza”.
La meta es que la computadora sea capaz de entender lo que estamos pensando, algo que en este momento parece magia o ciencia ficción.
“Metafóricamente te convierte en un mago”.
La interconexión entre el cerebro y las máquinas no es sólo un interés de Elon Musk.
Los científicos ya han introducido aparatos en cerebros con diferentes fines.
Sin embargo, la razón por la que Musk quiere hacerlo es única y su historia empieza hace mucho, mucho tiempo.
Hace 600 millones de años
Nuestros ancestros multicelulares eran fajos de células que flotaban en cálidos mares.
Las células vivían una al lado de la otra pero no podían comunicarse.
“No tenían nervios”, señala Urban.
Sencillamente existían y morían.
Medusas
Pero hace unos 580 millones de años, la evolución trajo las medusas, el animal que tuvo el primer sistema nervioso.
Le permitía recolectar información del mundo que le rodeaba.
Era una red nerviosa, pero sin cerebro.
Sin embargo, si por ejemplo se tropezaba con algo, las células se comunicaban y eso desencadenaba una reacción, en este caso, encogerse.
Poco después…
Platelmintos
Hace unos 550 millones de años aparecieron “los platelmintos, un paquete denso de nervios en un extremo -el principio del cerebro- conectado a una larga ‘autopista’ de información -una protomédula espinal-“.
“Así, cualquier parte del cuerpo que percibía algo le mandaba la información al paquete, que lo procesaba y determinaba cómo reaccionar”, explica Urban.
Fue el primer cerebro.
“Me voy a quedar sin palabras porque es imposible encontrar las adecuadas para decir cuán asombroso es el cerebro”, le dice a la BBC Cathy Price, directora de Neuroimagen del Centro Wellcome en Reino Unido.
“Su complejidad a todo nivel, como sus componentes diminutos -las neuronas- es fascinante, y cuando pones todo junto, su capacidad rebasa lo imaginable”.
Funciona así: “Las dendritas estimulan el soma para que envíe pulsos eléctricos, a los que llamamos ‘potenciales de acción’, que recorren el axón hasta llegar a la sinapsis que enviará el mensaje -por medio de los químicos conocidos como neurotransmisores- a otras neuronas que harán lo mismo”, resume Price.
La actividad se propaga de una región a otra.
“El cerebro contiene millones de neuronas que disparan mensajes de diferentes formas en momentos distintos a cosas diversas”, agrega.
Más precisamente, hay 100.000 millones de neuronas en el cerebro.
Pero, ¿de dónde vino y cómo podemos entenderlo un poco mejor?
Volvamos a nuestra historia.
La rana
Hace 256 millones de años llegó la rana con un cerebro reptil… aunque la rana no es un reptil.
“Las órdenes más simples -rimo cardíaco, respiración, movimiento-, todo lo que tenemos en común con los reptiles sucede en nuestro cerebro reptil, el de ellos y el nuestro”, explica Urban.
Después del cerebro reptil, la evolución siguió añadiendo capas más sofisticadas.
Mamíferos
Los mamíferos entraron en escena hace unos 250 millones de años.
La primera capa nueva fue lo que se conoce como el sistema límbico.
“La tienen los roedores, por ejemplo, y tiene que ver con la organización social compleja, que los mamíferos tienen pero los reptiles no”, dice Urban.
El corazón y los pulmones necesitaban seguir funcionando, así que mejor mantener el cerebro reptil.
“Sigue siendo un sistema de supervivencia, pero es más sofisticado: tiene que ver con emociones”.
Por 100 millones de años ese sistema límbico llevó a esos primeros mamíferos hacer travesuras cada vez más complejas.
Y hace unos 80 millones de años, los mamíferos arborícolas empezaron a mostrar el principio de una tercera capa.
Ese principio creció hasta convertirse en un todo: la nueva capa final.
“Es lo que llamamos la corteza o el córtex cerebral. Nos permitió empezar a pensar”, señala Urban.
Resultó ser muy útil.
Los homínidos que tenían esa capa veían rocas y pensaban en herramientas (pensar), miraban a sus presas y entendían su comportamiento (planear), notaban que había otros como ellos y pensaban que podían trabajar juntos (cooperar).
Esa capa transformó el cerebro en el objeto más complejo del Universo conocido.
Tal maravilla merece una imagen fidedigna que resuma lo que hemos dicho:
“Empezamos a hacer cosas mucho más complejas, como planear a largo plazo, crear grandes organizaciones sociales con jerarquías, cooperación a escala masiva, resolver problemas… nuestra corteza es superdesarrollada”, resalta Urban.
Unos 100.000 años atrás, el cerebro humano hizo un gran avance.
“El lenguaje, que en mi opinión es el principio de la humanidad”, señala el bloguero.
“Y de repente aparece este mágico y nuevo concepto llamado inteligencia colectiva”, dice Urban.
“Imagínate que alguien de una tribu que cuenta con el lenguaje pisa una planta y tiene una reacción brutal. Se lo cuenta a los demás y ellos a otros , y pasa de generación en generación. Ahora piensa en todas las lecciones que todos van aprendiendo y se va volviendo una montaña de conocimiento”, ilustra.
A medida que crece esa montaña, la gente empieza a saber más que cualquier humano de antes.
“Y llega la imprenta, hay producción masiva de libros, educación generalizada…”.
“Hasta que llegas a la actualidad, a un mundo en el que nadie sabe hacer un lápiz”.
¿Perdón?
“Quizás conozcas una fábrica que los hace, pero ¿de dónde sacas los minerales? ¿cómo afinas la madera e introduces la mina?…”.
El caso es que “todo esto que hemos hablado son los antecedentes que tienes que tener en cuenta para poder entender por qué Elon lanzó una compañía como Neuralink”, señala.
Continúe por favor.
“Nadie puede hacer un lápiz, pero el coloso humano sí puede”.
El coloso humano: nuestra especie actúa junta como un organismo con superconocimiento.
“Ese coloso humano puede construir la Estación Espacial o llevarnos a la Luna”.
Elon Musk piensa que ese coloso humano está a punto de producir inteligencia artificial capaz de eclipsar nuestra inteligencia humana. Inteligencia que es exponencialmente más avanzada de lo que nuestros cerebros humanos pueden comprender.
“Y eso es muy, muy, muy peligroso para nosotros. Tan peligroso como lo es para un hormiguero que construyamos una casa encima. No odiamos a las hormigas pero somos muy peligrosos para ellas”, explica el hombre que recibió la llamada de Musk.
“Elon quiere hacer lo más que pueda para mitigarlo. Le gustaría que no construyéramos inteligencia artificial, pero eso no es una opción: ya está sucediendo”.
“¿Cuál es la segunda posibilidad?”.
“Si la interconexión en el cerebro tiene una alta anchura de banda con la inteligencia artificial, pensaríamos con ella, de la misma manera que pensamos con la corteza”.
Lo que Elon Musk está diciendo es: “Envolvamos nuestro cerebro con una nueva capa que construyamos nosotros. Evolucionemos, impulsemos ese salto hacia adelante”.
Entonces, si pudiéramos crear ese gorro de hechicero tan pronto como fuera posible, quizás tengamos la oportunidad en el futuro de usar esa inteligencia artificial en vez de que esta nos use a nosotros.
Sería como tomar las riendas de la evolución.
“La visión es que tengamos inteligencia tanto artificial como humana en nuestro cerebro”.