Detrás de la deep web hay más leyenda que verdad: se dice que en ella hay un mar de información incomparable en tamaño con respecto a la world wide web, la Internet convencional que todos conocemos. Ello, porque en la deep web se alojan contenidos no indexados, que no son advertibles para la mayoría de buscadores como Google o Yahoo; se emplean URLs que hacen difícil la ubicación de los portales; se beneficia la anonimidad de los usuarios, por lo que se emplean navegadores especiales (TOR browsers) que resguardan el IP y otros aspectos de quienes acceden a los portales en la red profunda.
Todo ello porque, de acuerdo con la leyenda, en la deep web se ofrecen y compran mercancías y servicios ilegales (desde drogas hasta asesinos a sueldo, pasando por tarjetas de crédito clonadas y documentación falsificada) y se hallan contenidos pirateados y otros censurados que son algo así como el infierno de lo perverso online (videos de asesinatos, violaciones, pedofilia).
Lo cierto es que la leyenda no es tan atractiva como la realidad: de acuerdo con la organización Hyperion Gray, los sites con la terminación .onion (que son las páginas tor, la de la deep web) solo suman unas 7.000, mientras que en la clear net, la Internet regular, las webs suman más de 1.100 millones.
Mucho de lo que se dice sobre la deep web se debe a que cuando hablamos de contenidos online no indexados no solo nos referimos a páginas .onion, sino también a información alojada en servidores online que no es accesible por medios convencionales, como bases de datos, por ejemplo. En tal extremo, hay un caudal importante de información numérica, estadística, financiera, de diversa índole, online y reservada, pero para nada es lo que uno esperaría hallar en los extramuros de la realidad online.
Lo cierto es que aun así, la web profunda atrae, como es de esperarse, a hackers, phreakers, crackers y demás: la economía del bitcoin (la moneda virtual de los mercados negros en la deep web, que actualmente se cotiza en un bitcoin=US$ 1066.10) reina en el intercambio de bienes de contrabando, servicios de pirateo y mercancías ilegales de diversa índole que se encuentran en estos reinos.
Incluso sin querer entablar actividades ilícitas, el anonimato que ofrece la navegación con TOR browser, el uso de TOR mails y demás también resultan un atractivo para quienes aprecian pasar desapercibidos sin dejar rastro de sí en la red.
Todo ello, sin duda, también atrae a miles de curiosos a las aguas herméticas de esta parte de la Internet.
Por ello, la Universidad de Oxford acaba de publicar un mapa que muestra cómo se usan las páginas Tor en el mundo, de acuerdo con datos de Tor Metrics de dominio público.
Más de dos millones de usuarios utilizan Tor a diario, la mitad en Europa, la región donde tiene más penetración (80 de cada 100.000 internautas europeos). De estos dos millones, 185.000 se conectan desde Alemania, seguida por Francia, Italia y España en niveles de popularidad en el uso de Tor.
Estados Unidos tiene más de 300.000 usuarios diarios. Si bien en Sudamérica el uso es más intenso en Argentina y Uruguay (25-50 usuarios por cada 100.000 internautas), superando la intensidad de países como Brasil, Venezuela y Ecuador (10-25 usuarios) y Colombia y Perú (5-10), llaman la atención pequeñas naciones centroamericanas como Belice, Trinidad y Tobago o Islas Vírgenes, donde se registran de 100 a 200 usuarios por cada 100.000 internautas.
No obstante, es el Oriente Medio y el Norte de África los que tienen la segunda tasa más alta de uso, con un promedio de más de 60 por cada 100.000 usuarios de Internet que utilizan el servicio.