Además de la sangre, la orina y la saliva, el sudor es una alternativa para que los médicos obtengan información actualizada sobre el estado de nuestro cuerpo: permite conocer niveles de hidratación, estrés, depresión y glucosa en sangre(e incluso puede convertirlo en energía). Pero tiene un escollo: generar esa sudoración, que toma tiempo y requiere un esfuerzo por parte de la persona analizada.
Un grupo de investigadores de la universidad de Cincinnati creó un sensor del tamaño de una curita, capaz de hacer que en la zona donde está aplicado genere sudor localizado: usa una combinación de un compuesto llamado carbacol junto a una mínima descarga eléctrica sobre la piel para activar las glándulas sudoríparas, y luego toma ese sudor para analizar su composición.
El método es indoloro, según sus desarrolladores, y simplificaría la medición del estado de un paciente mientras realiza tareas convencionales, además de ser incorporado, a largo plazo, en otros dispositivos de cuantificación de la salud; por ahora es un prototipo.