Un robot se acerca a la mesa del restaurante y con una voz que se asemeja a la de un niño, aunque un poco distorsionada, dice “ya estoy aquí”, abre un compartimento a la espera de que el comensal tome el plato que ordenó y entonces le dice “buen provecho”, retirándose para entregar una nueva orden en otra mesa.
En Robot.He, un restaurante futurístico de Shanghai que abrió sus puertas en agosto, los robots reemplazaron a los camareros y son ellos los encargados de entregar los langostinos preparados para las personas que van al restaurante de alta tecnología. Este es tan solo uno de los ejemplos del gigante ejército de robots que China está introduciendo con el fin de impulsar su economía.
La industria de la robótica experimentó un gran auge después de que en 2014 el presidente chino, Xi Jinping, pidió que se iniciara una “revolución de robots” en las fabricas y ubicó a la robótica y la inteligencia artificial entre las prioridades para el desarrollo de la china del futuro.
Aunque están lejos de poder cubrir su propia demanda de robots y dependen en gran parte de la tecnología extranjera, están creciendo a pasos agigantados, asegura Karel Eloot, socio de la consultora McKinsey & Company.