Ni el dinero cae del cielo, ni tampoco la señal de internet doméstica es gratuita. Muchos usuarios tienen la mosca detrás de la oreja cuando de buenas a primeras la velocidad de conexión es más lenta de lo que esperaba. A partir de ese momento se empieza a sospechar que alguien, si tu permiso, está accediendo de manera ilícita a tu router.
La velocidad es más lenta
Una de las primeras señales -nunca mejor dicho- de que se está robando tu WiFi se produce cuando la conexión va más lenta de lo habitual. Puede que no sea de manera permanente, pero se puede dar el caso que, en ocasiones, sobre todo en horarios nocturnos en los que se presupone se suele estar en el hogar, la velocidad vaya a pedales.
Esa posible reducción del ancho de banda depende, además, del número de dispositivos intrusos y del uso que hagan de la red, pueden llegar a impedir la conexión de nuestros equipos.
Eso quiere decir que si desconectamos durante unos minutos todos y cada uno de los dispositivos domésticos que tenemos conectados (teléfono, tableta, televisión, consola) la luz del router debería no parpadear. En caso contrario, es probable que haya otro dispositivo que no es nuestro robándonos la conexión. Sin embargo, esta rudimentaria prueba contempla un riesgo, que si en ese momento el ladrón no esté conectado no es posible así averiguarlo.
Cabe destacar que en el momento en el que contratamos una conexión a internet con un determinado proveedor de servicios, ésta queda asociada a nosotros, asignándole una dirección IP que nos identifica dentro de internet. «Cualquier acción realizada desde esa dirección IP lleva a la persona que contrata el servicio: nosotros», sostienen las mismas fuentes. En ocasiones el sistema de seguridad es el adecuado e incluso la contraseña es aparentemente robusta, pero si es la que viene por defecto puesta por el proveedor antes o después será conocida en internet. «Es altamente recomendable cambiar la contraseña que viene por defecto», añaden.
Si se conectó antes mira en el historial
Pero afortunadamente hay otras opciones para comprobarlo. Por ejemplo, accediendo al historial de conexiones que tiene registrado el propio router. Para ello, es necesario entrar a la dirección del dispositivo, una información que facilita el fabricante y que se puede encontrar en la caja y ficha adicional.
Así, tan solo hay que abrir un navegador con la dirección específica (generalmente, 192.168.1.1 o 192.168.0.1) y ver todos los movimientos. Si aparece en el listado un dispositivo que no es nuestro, pues ahí tienes una razón. El problema de que alguien sin nuestro permiso acceda al router es que una configuración inadecuada de nuestra red inalámbrica «puede permitir a un atacante robar la información que transmitimos», relatan los expertos. La idea es habilitar restricción MAC (o dirección física). Una de las características de seguridad que nos permiten los routers es la restricción del acceso a la red tan solo a aquellos equipos o dispositivos con una dirección MAC concreta.
Desde una «app»
También es posible averiguar si nos están robando el WiFi utilizando alguna aplicación para dispositivos móviles. Por ejemplo, desde Fing (disponible para iOS y Android) se puede descubrir qué dispositivos están conectados a cualquier red WiFi, mapear dispositivos, detectar los intrusos y evaluar los riesgos de seguridad de la red.
Esta «app» actúa como un escáner de nuestra conexión y muestra los dispositivos que están conectados. Luego, es necesario acceder al router para limitar el acceso a esos dispositivos o bloquearlos directamente. iNet – Network Scanner o IP Network Scanner Lite. Pero existen otras alternativas al respecto. Esta operación también es posible hacerlo desde un programa para ordenadores con Windows (Wireless Network Watcher, Microsoft Network Monitor) y desde MacOS (Mac OS X Hints).
Hazte invisible
Además de limitar el acceso a determinados dispositivos, también es posible eliminar el rastro de nuestro router. Es decir, hacernos invisibles. Para ello, es posible cambiar el nombre a la conexión, lo que hará que un desconocido sepa cuál es nuestra red. Si además haces invisible tu WiFi, evitarás que cuando alguien busque redes inalámbricas la tuya también sea localizable.
Para ocultar el SSID -nombre incluido en todos los paquetes de una red inalámbrica para identificarlos- hay que acceder a la configuración de aparato. Para ello, como decimos, hay que abrir un navegador y generalmente introducir «192.168.1.1» en la dirección de búsqueda. Ahí te obligará a introducir unas credenciales. Depende de cada operador, pero si nunca se ha cambiado normalmente será «Admin» (usuario) y «1234» (contraseña). Entonces, desde el menú hay que ir a Ajustes de la SSID y activar una casilla que pone «ocultar» (Hide, en inglés).