¿Cómo saber si un niño padece adicción a los videojuegos? Atención a estas pistas

0
326

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental. El manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría no lo considera un trastorno oficial, pero recomienda estudiar más este fenómeno.

Los síntomas, según la OMS, incluyen una alteración de la capacidad de controlar el juego, una prevalencia del juego sobre otros intereses y actividades hasta el punto que deriva en malestar o funcionamiento alterado, y un comportamiento lúdico continuo pese a consecuencias negativas.

Existen varias señales de alarma que se pueden buscar ante la inquietud de que un niño padezca una adicción a los videojuegos:

1) ¿El pequeño se ha retraído de los deportes, clubes u otras actividades que no implican juegos de video?
2) ¿El niño interactúa principalmente con otros miembros de la comunidad electrónica de juegos de video?
3) ¿Ha disminuido el rendimiento académico del infante mientras el interés por los juegos aumenta?
4) ¿Ocupa el videojuego la mayor parte de su tiempo libre?
5) ¿Los juegos de video alteran los patrones de sueño del pequeño?

Si alguna de las respuestas fue afirmativa, es posible que el niño esté desarrollando una adicción a los videojuegos.

En una publicación de Angela Mattke, doctora especializada en Medicina para Niños y Adolescentes de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, señala que es vital también prestar atención a las reacciones emocionales del infante cuando no puede participar en esos juegos de video.

La persona adicta a los videojuegos, por lo general en esta situación se pone sumamente enojada, ansiosa o alterada al pensar en que debe alejarse de los juegos de video durante más de un breve lapso de tiempo. Debido a que se trata de un trastorno adictivo, es difícil para quienes tienen la adicción a los videojuegos reducir la cantidad de tiempo que invierten en ellos. Cuando se les confronta acerca del tiempo perdido en el juego, las personas en esa situación no suelen admitir que necesitan reducirlo y muchos insisten en que su comportamiento es normal”, detalla la publicación de la especialista.

Fuente