Como bien sabes, el debate sobre si el WiFi, los smartphones y las señales de telefonía móvil son perjudiciales o no para la salud está a la orden del día. Son varios los estudios que han demostrado que estas conexiones son inocuas para el ser humano y que no debemos preocuparnos en absoluto, aunque una nueva investigación ha vuelto a arrojar leña al fuego. Titulado con un tajante “El Wi-Fi es una amenaza importante para la salud humana”, el artículo afirma que los efectos que la conexión WLAN tiene sobre nosotros son cuantiosos y que algunos de los estudios que afirman que estos no existen carecen de evidencia.
La investigación ha sido publicada por Pall ML, de la Universidad Estatal de Washington, en el volumen 164 de la revista científica “Environmental Research” de la editorial Elsevier. Según recoge el investigador, “los diferentes estudios sobre el Wi-Fi muestran que esta conexión causa estrés oxidativo, daño espermático / testicular, efectos neuropsiquiátricos, incluidos cambios en el electroencefalograma (EEG), apoptosis, daño al ADN celular, cambios endocrinos y sobrecarga de calcio”. Estos efectos se han detectado en otras exposiciones a microondas no de efecto térmico (más conocidos como campos electromagnéticos de baja frecuencia o CEM) y se han documentado en una buena cantidad de investigaciones.
Dicho de otra forma, lo que Pall ML nos quiere decir es que los siete efectos citados al principio del párrafo anterior son generados tanto por el WiFi y otros campos electromagnéticos de baja frecuencia.
Según afirma el investigador, los diferentes hallazgos obtenidos y recogidos en la literatura científica sirven para evaluar la revisión del estudio sobre el WiFi de Foster y Moulder. Dicho estudio analizaba siete de las grandes investigaciones en relación a los efectos del WiFi en el ser humano, y concluía que, efectivamente, no se mostraba ningún efecto. Sin embargo, “el estudio de Foster y Moulder podría, a lo sumo, concluir que no hay evidencia estadísticamente significativa de un efecto [negativo]”.
El problema, apunta Pall ML, es que “los pequeños números estudiados en cada uno de estos siete estudios vinculados al Foster y Moulder muestran que cada uno de ellos no tiene poder para llegar a ninguna conclusión sustancial”. ¿Qué quiere decirnos con esto? Que la muestra de los estudios analizados en el metaestudio Foster y Moulder es demasiado pequeña como para llegar a conclusiones extrapolables. Dicho de otra forma, si yo tengo 10 amigos y a cinco les gusta la pizza con piña, no puedo decir que a la mitad de la población mundial le gusta la pizza con piña.
En palabras del autor, “cada uno de los 7 estudios utilizó solo un pequeño número de animales en cada grupo de estudio, de modo que la falta de significación estadística, debido a la baja potencia de estos estudios, limita drásticamente la extracción de inferencias”. Además, “3 de los 7 estudios analizados tenían evidencia de efectos estadísticamente significativos, pero Foster y Moulder ignoraron cada uno de ellos”. En pocas palabras, que no nos podemos fiar de estas investigaciones y que se han ocultado algunos resultados.
El quiz del asunto está en que “hay siete efectos provocados por el WiFi que se han encontrado repetidamente en diversos estudios y que, además, se ha demostrado que son causados por otras exposiciones a campos electromagnéticos similares”. Con esto sobre la mesa, cabe pensar que, efectivamente, el WiFi sí genera problemas y puede ser perjudicial para la salud. Ahora solo queda esperar a ver cómo reacciona la comunidad científica y qué nuevas investigaciones surgen al respecto. Por ahora, por suerte o por desgracia, solo sabemos que no sabemos nada.